miércoles, 7 de enero de 2009

Palestina, en la franja de Gaza

Recién he visto en La Jornada una foto que me impactó sobremanera: un pequeño de unos cuatro años, descalzo y sucio, recargado contra la pared y llorando con un rictus de profundo miedo y desesperación. Una infamia. Se trata de un niño Palestino refugiado en un albergue del ataque israelí contra su pueblo.
En el transcurso del día en que escribo este post ha pasado una supuesta tregua por parte de Israel merced a la iniciativa franco-egipcia y tres horas más tarde he visto en las noticias que se han reanudado los ataques. Más de 600 muertos palestinos, la mayor parte civiles, en buena medida niños y 6 soldados israelíes es el saldo al momento, sigo viendo las noticias y continúo sin comprender. Me horroriza la guerra. Me parece el acto más estúpido y aberrante del ser humano, la constancia plena de que debe ser la única especie que merece desaparecer. No entiendo, como igual le sucede a veces incluso a quienes lo estudian, el conflicto árabe-israelí, tanto odio, el ciclo inagotable de la violencia.
Desde hace tiempo me he interesado en esa historia cuyo origen es tan ambiguo como inútil el intento de discernir a que parte asiste la razón, por ello la torcidísima complejidad para poder resolverlo. En ese camino me encontré con Palestina, en la franja de Gaza, una novela gráfica de Joe Sacco, periodista, fotógrafo e historietista de quien ya había tenido la oportunidad de leer (gracias a mi amigo Kala) Gorazde: zona protegida, donde relata una parte de la guerra de Bosnia oriental mediante su propio testimonio.
Palestina, publicado originalmente en 9 tomos y compilada posteriormente en uno sólo a manera de novela gráfica, se sitúa hacia el final de la primera Intifada. Sacco acude a la maltratada franja de Gaza para entrevistarse con sus habitantes, reportero que enfoca la mirada en la gente común antes que en el frente de guerra, en aquellos que sufren los efectos de una carnicería en la cual a los ojos de los medios de comunicación solamente cuentan como parte de la numeralia de muertos y desplazados.
Estéticamente, Sacco opta por una diagramación nerviosa y desequilibrada, como si la página se tratase del propio cuaderno de notas del reportero que no muestra orden salvo para aquel que lo escribe, nos hace así partícipes de su recorrido y de las muchas entrevistas que va realizando en distintas ciudades de la franja, narrando siempre en primera persona y en ocasiones (como hacia el final del segundo capítulo) lleva a primer plano el texto y el dibujo se vuelve mero aporte ilustrativo, aunque al momento de leerlo casi no se percibe por la potencia misma de la narración.
El dibujo, aunque tiende al realismo, tiene una marcada influencia del comix underground, particularmente en el personaje del propio Sacco, que a diferencia del resto es una verdadera caricatura alejada incluso de las facciones reales del artista: se presenta como un tipo de lentes tan gruesos que no dejan ver los ojos, un pelo rebelde de cepillo y una boca gruesa y grande; se marca así como extranjero en el sentido amplio de la palabra. Es un observador, uno que busca entender lo que sucede alrededor suyo pero no es lo suficientemente real, como aquellas personas con las cuales conversa, víctimas de un conflicto inagotable que ya se ha vuelto parte de su modo de vida.
Y de esta manera también toma partido; la novela en sí habla del pueblo palestino y sus vicisitudes, de la incongruente dureza de Israel, de manera que no se trata de un reportaje imparcial, no llega a la militancia pero si sostiene –sin ocultarlo, vale decir-, simpatía por sus entrevistados. De ninguna manera este aspecto puede calificarse como demeritorio de la obra, por el contrario se ve más bien como una visión a contrapelo de la sostenida por los tendenciosos y sometidos medios de comunicación norteamericanos, lo cual ya es mucho decir.
Como pieza artística de comic, testimonial, reportaje, crónica; Palestina, en la franja de Gaza destaca por su valor intrínseco. En estos momentos, a más de 15 años de su publicación original vuelve a cobrar vigencia de una manera desafortunada pero oportuna, es una obra que hay que leer para entender un poco lo que de humano se puede encontrar en las regiones del terror.
Como siempre, la recomendación es conseguir la edición original, publicada en inglés por Fantagraphics y en español en Planeta D'agostini, en tanto, les dejo aquí un link para descargarlo.