martes, 11 de junio de 2013

Cuarenta, o del inconveniente de haber nacido




Y aunque
te claven las manos en una cruz,
canturreas un vals desde lo alto
-Maïakovski-

En 1980 John Lennon escribió –a petición de Ringo Starr- un tema llamado Life begins at 40, horrendo, por cierto y que nunca llegó a comprobar dado que murió en el año en que recién los cumplía. Pete Townshend dijo antes que no confiaras en alguien mayor de 30, pero actualmente tiene 68, así que la fuente no es muy fiable.
Para alguien con síndrome de Peter Pan el llegar a dicha edad no es divertido, máxime si aparte de ello los aparenta (y más), pero es el curso de la vida, de manera que no hay forma de escapar de ello salvo que las circunstancias no lo permitan y antes de cuatro meses haya pasado a ver si lo que dicen que hay del otro lado de la luz es cierto, cosa que por otro lado no me apura comprobar, por cierto.
Sin embargo no quiero. A pesar de que he vivido más y con mayor intensidad que muchos de los que lean estas líneas no me apetece entrar a la decadencia con un optimismo vendido por los fans de Viva la gente. No es cierto lo que dicen de la plenitud salvo que se refiera a plenitud de achaques; lo cierto -y comprobado por mis amigos, la gran mayoría menores que yo- es que desde recién pasados los 30 las cosas no corresponden a lo que estábamos acostumbrados, una carrera al camión, 3 flexiones, 2 pisos de escaleras y hay que tomar respiro, no se diga ya entrar en un escarceo amoroso sin tomar unos minutos de respiro antes del siguiente, si es que antes no nos ha vencido el sueño.
El cuerpo tolera más el alcohol y algunas drogas, es cierto, pero también lo es que las resacas se extienden por más tiempo y aparte nunca faltan varios amigos que presumen de haber encontrado una vida más saludable y ya corren x kilómetros, nadan tres ríos, sacan a pasear al perro o practican algún deporte engañando a la propia decadencia de  su cuerpo, eso sí, muy animados. Doblegados por lo políticamente correcto pues; la verdad es que uno empieza a preocuparse por cada nuevo dolor o signo incorrecto en el cuerpo.
La vida socio-política, ¡ah!, A lo largo de los años he participado en varias circunstancias y movimientos relevantes que no me son reconocidos, he recibido en cambio un premio nacional de poesía patito y otro de periodismo cultural en un lugar donde eso es letra muerta. Lo demás, en cambio, se ha considerado obra de otros. La patética sombra del payasito, pudiera decirse.
También durante el transcurso de los 30 uno va aprendiendo que no se puede decir todo lo que se piensa, que hay que cuidar la chuleta y tolerar al jefe idiota que no entiende cómo funcionan las cosas pero es quien paga, porque antes que la dignidad está la renta, luz, teléfono, colegiaturas, cable y todas esas cosas que nos imponen para pensar que es grata la vida.
El amor es otra cosa, señores, como diría mi amado Eduardo Lizalde. A esta edad a uno se le ve mal si no tiene una pareja estable y varios escuincles jodones que le embarren la casa a diario. Nada más aburrido que la imposición monogámica de la cultura occidental pero qué bien viste en las reuniones de amigos donde hay que ir con la compañera de vida y hablar de cuan bien nos ha ido mientras están todos juntos y de qué forma nos hace miserable la existencia cuando nos quedamos con los compañeros del mismo sexo; ya lo dijo Juanga, no cabe duda que es verdad que la costumbre es más grande que el amor. He padecido el amor, no me gustó.
Aquí aparece otra cosa, la música. Todo lo que escuchamos es de ancianos. Ya no se puede decir que qué tiempos los de Dio con Black Sabbath o la mera onda de los Shocking Blue sin que te vean como un anciano decrépito, vaya, hasta los 90 se han vuelto obsoletos, con todo y que alguien con el mínimo conocimiento musical sepa que la mayor parte de la música se ha vuelto mierda después de los años 70, con sus muchas excepciones, y el que me refute que aviente el primer disco de Flans o el Let´s Dance de Bowie.
Y ya empecé a ser lépero e incorrecto, lo cual no está bien en estos tiempos. Perdón si alguien se sintió ofendido por la referencia a la mierda ¿debo escribir m***da? Para que se vea más bonito?
Supongo que debo en este momento ondear las banderas de los movimientos LGBT, feministas, izquierdista, ciclista, animalista, vegano, ambientalista y todas esas cosas necesarias de suscribirse para aparentar ser una persona de bien. No. lo siento. En estos casi cuarenta también he aprendido que todas estas movilizaciones son llamados claros a la intolerancia aunque se traten de ver muy abiertos y democráticos. Con todo respeto pero ya no les tengo respeto.
Y aun así la parte cursi de mi quiere al mundo, de una manera salvaje, imprudente, sucia, idiota, pero sincera. Algo de cariño le tengo y por eso odio a quienes no respetan el espacio y vida de terceros –que es el 90% de la población- y vivo y muero por mis sobrinos, los reales y los que me he atribuido y eso, únicamente eso, es lo que me ancla a este estúpido mundo, la despreciable esperanza de que algo puede cambiar y que puedo ser parte de ello.
Fuera de eso algo he disfrutado. Momentos principalmente con cada uno de los que leen estas líneas y lo aseguro porque consciente soy de que tengo pocos lectores y casi todos forman parte de mi vida, cada uno sabe lo que le debo –habrá quien se haga como que no y que al contrario le estoy en deuda-, lo que hemos vivido y lo que pudiera faltar. Para mí ha sido mucho, lo agradezco, pero a la mierda los cuarenta y la vida que les sigue.