Más efectivo que cualquier casa encuestadora, más acertado que muchos columnistas de prestigio, La Iguanomancia no sale de su asombro al descubrir que sus macabras profecías resultaron de alguna u otra manera ciertas, cabe señalar que los temas la mera verdad no daban mucho espacio a ser complejos para adivinar, pero de que la cartomancia (que como todos sabemos es el arte de adivinar por medio de la ingesta de varios cartones de cerveza. N.del E.) funciona; funciona, compruébelo por usted mismo:
Política.
Tal como se predijo, acabamos de concluir la campaña política más vulgar, sucia y despreciable de la historia de México, si alguien sabe más de 5 propuestas de alguno de los ex candidatos a la presidencia será porque es un clavadazo, porque lo que destacó, para mal, fueron los pleitos de comadre iniciados por la recalcitrante ultraderecha panista y continuados por la vetusta izquierda perredista.
Igual que Cárdenas en su momento, López Obrador ganó la elección en las urnas y la perdió en el organismo encargado de organizar y regular las elecciones. Y seguimos papando moscas.
En la de la mentada otra campaña medio falló el pronóstico, porque nadie se acordaba de ella desde principio de año y tuvo un relumbrón en abril, cuando el estúpido asunto de los floristas de Atenco fue utilizado por el desangelado subcomandante Marcos para colgarse de la bronca y convertirse por unos días en estrella de la televisión. Por cierto, en San Luis Potosí, los fans, groupies y devotos del fársico guerrillero se quedaron con las ganas de tomarse la foto con el RBD de la Selva Lacandona, pues su visita estaba programada por los días en que se desató la violencia en el estado de México y, obviamente, le iba a redituar más en imagen correr entonces a la capital que venir a saludar a sus seguidores potosinos.
Deportes.
En efecto, el Maestro Raúl Arias salvó del descenso al Real San Luis y hasta subcampeón lo hizo, desafortunadamente el buen ánimo no dio para hacer caso al resto de la predicción Iguanomanciera y hasta el momento no se ve que alguien planteé seriamente el proyecto de levantarle una estatua de enormes dimensiones a la entrada de la ciudad o de perdis afuera del estadio. Ni modo.
La Secreción Mexicana si pasó a la segunda ronda en el mundial, pero conste que no fue por méritos propios y mucho menos por valor en la cancha, que nunca mostraron los turistas que fueron a jugar a Alemania. Y Hugo Sánchez si se ha de haber reído ante la inmminente salida del nefasto Lavolpe (o Volpe, como diría el aún más nefasto Fox).
Cultura.
Pos si aún no se sabe ni quien es el próximo presidente, menos se sabrá quien vendrá a destrozar aún más al CONACULTA, sin embargo, y nomás pa’ documentar el pesimismo, les recuerdo que Felipe Calderón nunca sostuvo reunión alguna con intelectuales o artistas y nadie sabe del supuesto grupo de “intelectuales” que lo asesoraron, aunque si se conoce del apoyo que le ofrecieron destacados pensadores mexicanos como Chespirito y Juan José Origel.
Y en San Luis seguimos en las mismas, con festivalitos a manera de paliativos ante la carencia de un proyecto serio de cultura.
¿Ah verdad? A que se sorprendió. No lo niegue. A partir de mañana este tinterillo abrirá un consultorio esotérico con modalidad de botana bar para practicar el noble arte de la cartomancia.
¿Alguien se apunta?
domingo, 9 de julio de 2006
martes, 27 de junio de 2006
Azuquitar en las barbas
Feliz cumpleaños, señor diputado- dijo mi esposa en tono de broma el día en que decidí, aunque a ella le pesara, serlo. La negociación con los perredistas se estaba abriendo de manera que a pesar que no había nada en claro todavía, las cartas en juego se acomodaban para poder colarme a una curul plurinominal participando en una coalición que llamamos, “Del Cambio Verdadero”. El mayor problema que enfrentaba entonces era Aurora, quien insistía en que mi carrera política no se extendiera más allá del estado, pues tenía el fuerte presentimiento de que en cuanto saliera iba a tener fuertes problemas.
-Anoche soñé que estabas en la Cámara respondiendo el informe del presidente- me contó más tarde, justo antes de apagar la vela del pastel que compró para festejar el día luego que regresara de la junta que ese día tenía pendiente.
-Pero no eras como ahora, tu piel se veía gris, y tu imagen como distante de todos los que te estaban oyendo, luego el presidente volteaba y te decía...
-Acepté- la interrumpí, tratando que no comenzara muy tarde una charla que con seguridad sería larga.
-Todavía falta que ganes algo con tanta carroñería que hay en la alianza, cariño- respondió con un toque irónico que acabó de convencerme que se alargaría esa discusión, cosa que comprobé cerca del amanecer del otro día.
-Ese ojete de Pacheco ya me dejó fuera- escuché decir a Mancera, del PFC a manera de comprobación de lo que unos segundos antes oí y mi incrédula felicidad no alcanzaba a comprender; la combinación de resultados en las urnas fue la necesaria para que me convirtiera en el primer diputado federal no panista o priísta en el estado.
Aurora se iba a enojar.
-El problema de la cultura es que sigue siendo no manejada por artistas, si no por administradores, que para eso han sido hasta ahora un poco bastantemente bien pendejos- me dijo el otro día Torrescano, mi asesor, para explicar el porqué no iba a proceder mi propuesta a la hora que se presentara a la Comisión de Cultura.
-Además, y con todo respeto, pero recuerde que hasta ahora no han prosperado sus iniciativas; mejor se debería aliar con alguna fracción, porque de otra manera no veo como podamos hacer algo que de perdido sea leído antes de rechazarse- agregó para acabar de recordarme que en el año que llevaba en la Cámara baja me habían rechazado sin leer propuestas para despenalizar el aborto y la marihuana, la consideración de los delitos de cuello blanco como alta traición a la patria y últimamente la aplicación de tasa cero tributaria a toda persona moral o física que se dedicara al arte; propuesta a la que hasta Aurora -que desde el día que tomé protesta adquirió un aire trágico-, negó posibilidades aduciendo que “primero te aprueban que una aborte mientras se fuma un churro, cariño”.
Por eso me pareció extraño que ese día me llamara a su despacho el “jefe” Diego, líder de la fracción del PAN en el Senado y al parecer también de la Cámara de Diputados, pues así se había asumido de facto luego que a fines del 2002, panistas y priístas acordaran dejar por la paz las investigaciones respecto al manejo ilícito de recursos de ambos partidos durante la campaña por la presidencia de la República del año 2000. Primero me explicó que si me negaba a la propuesta que me iba a hacer, él tendría que buscar “otra salida”, y cuando pensó que ya me había quedado suficientemente claro esto, pidió mi apoyo para una propuesta que al día siguiente presentaría el presidente Fox; donde señalaba que regresar a la tasa cero en derechos de autoría era prácticamente imposible, y a cambio ofrecía la creación de una comisión federal de publicaciones donde aquellos autores que aceptaran sujetarse al dictamen de un consejo editorial de gobierno, gozarían de la exención fiscal además del pago completo de una primer edición de veinte mil ejemplares, se vendieran estos o no. A cambio, me ofreció apoyo para llevar el debate sobre la despenalización de la marihuana (lo del aborto le parecía moralmente inaceptable) al estrado antes de terminar el siguiente periodo ordinario de sesiones, y de pasadita el pago de una compensación similar al sueldo que percibía en un semestre. Quedé pasmado. Acepté por salir del paso.
Exacto, lo que siguió fue el escándalo. La comunidad artística e intelectual terminó de satanizar al presidente y los legisladores; las protestas y acusaciones de pretender crear un aparato censor legal apoyados en las necesidades o pocos escrúpulos de algunos creadores proliferaron; el PRD fue el único partido que se negó de entrada a aceptar la propuesta; pero varias cuentas pendientes y elecciones presidenciales a menos de dos años de distancia los mantuvieron a raya.
A mi nadie me preguntaba.
La historia de las letras nos indica que no son complicados los imposibles, de una pedrada se vence a un gigante siempre y cuando a uno no lo de por atacar molinos de viento. Lo malo es que esto último es lo más atractivo del asunto.
La discusión del egreso para la creación del Consejo Editorial de la República –que fue su nombre final- venía en paquete con el rubro de cultura, un momento durante la votación del presupuesto federal que todo mundo aprovecha para salir por un café o ir al baño, por lo que iba a ser pasado de inmediato con voto unánime a favor, cuando pedí la palabra. Subí a la tribuna, aclaré la voz y entonces saqué de entre mis ropas una grabadora de mano, de la cual manaba la voz de Diego Fernández de Cevallos haciéndome el ofrecimiento que a esa hora probablemente también estaban escuchando los directivos de los medios de información a quienes les envié una copia; el habano del “jefe” cayó de su boca para dejar a descubierto su rostro trabado de odio y desconcierto. Supe, como el día de mi onomástico de algunos años atrás, que la noche sería larga.
La ocasión sirvió para pasar una navidad donde el presidente evadió todo contacto con periodistas y aprovechó su mensaje de año nuevo para arremeter en cadena nacional contra los medios, que nunca en su sexenio habían querido hablar de los logros de su gobierno, pero se regodeaban en los “pocos errores”. Diego cayó, pero en su terrible agonía de dinosaurio en exterminio se llevó muchas cabezas con sus últimos coletazos. El escándalo minó el valor del peso frente al dólar en un cuarenta por ciento; a mi me nombraron miembro de la mesa directiva de la Cámara baja y estuve quince días en todas las televisoras, radiodifusoras y espacios electrónicos posibles repitiendo la misma historia; después el país siguió consternado por la reciente renuncia del director técnico de la selección nacional de fútbol.
Pasaron unos meses y junto al país envejecí de manera sorprendente; casi no recordaba lo que pasó en esa sesión y la comunidad artística ya había vuelto a su natural antropofágia, es decir, regresó a la normalidad.
Tal vez por ello no me extrañó oír, cuando pasaba por ahí luego de escuchar su comparecencia; la respuesta que Gil Díaz, el secretario de Hacienda, daba a un grupo de reporteros amontonados a su alrededor, justo cuando decía que si no había oportunidad para los creadores en el país era a causa de mi negativa actitud, y por tanto mi completa culpa. Tampoco me extrañó que de entre el grupo, un reportero me apuntara de inmediato con su micrófono para preguntar que le respondía al secretario; mi respuesta fue natural, sin ira; -Dicho sea con respeto, señor secretario, tanto sus comentarios como su real estampa me los paso por los güevos, y mire que lo digo con estas palabras en primera para que me entienda y en segunda para que luego no se preste a malas interpretaciones y se piense que no era mi intención ofenderlo- y sin más, salí de la sala y me dirigí a casa, donde Aurora me espera desde hace dos años y tres meses, con la mesa lista para la cena.
-Anoche soñé que estabas en la Cámara respondiendo el informe del presidente- me contó más tarde, justo antes de apagar la vela del pastel que compró para festejar el día luego que regresara de la junta que ese día tenía pendiente.
-Pero no eras como ahora, tu piel se veía gris, y tu imagen como distante de todos los que te estaban oyendo, luego el presidente volteaba y te decía...
-Acepté- la interrumpí, tratando que no comenzara muy tarde una charla que con seguridad sería larga.
-Todavía falta que ganes algo con tanta carroñería que hay en la alianza, cariño- respondió con un toque irónico que acabó de convencerme que se alargaría esa discusión, cosa que comprobé cerca del amanecer del otro día.
-Ese ojete de Pacheco ya me dejó fuera- escuché decir a Mancera, del PFC a manera de comprobación de lo que unos segundos antes oí y mi incrédula felicidad no alcanzaba a comprender; la combinación de resultados en las urnas fue la necesaria para que me convirtiera en el primer diputado federal no panista o priísta en el estado.
Aurora se iba a enojar.
-El problema de la cultura es que sigue siendo no manejada por artistas, si no por administradores, que para eso han sido hasta ahora un poco bastantemente bien pendejos- me dijo el otro día Torrescano, mi asesor, para explicar el porqué no iba a proceder mi propuesta a la hora que se presentara a la Comisión de Cultura.
-Además, y con todo respeto, pero recuerde que hasta ahora no han prosperado sus iniciativas; mejor se debería aliar con alguna fracción, porque de otra manera no veo como podamos hacer algo que de perdido sea leído antes de rechazarse- agregó para acabar de recordarme que en el año que llevaba en la Cámara baja me habían rechazado sin leer propuestas para despenalizar el aborto y la marihuana, la consideración de los delitos de cuello blanco como alta traición a la patria y últimamente la aplicación de tasa cero tributaria a toda persona moral o física que se dedicara al arte; propuesta a la que hasta Aurora -que desde el día que tomé protesta adquirió un aire trágico-, negó posibilidades aduciendo que “primero te aprueban que una aborte mientras se fuma un churro, cariño”.
Por eso me pareció extraño que ese día me llamara a su despacho el “jefe” Diego, líder de la fracción del PAN en el Senado y al parecer también de la Cámara de Diputados, pues así se había asumido de facto luego que a fines del 2002, panistas y priístas acordaran dejar por la paz las investigaciones respecto al manejo ilícito de recursos de ambos partidos durante la campaña por la presidencia de la República del año 2000. Primero me explicó que si me negaba a la propuesta que me iba a hacer, él tendría que buscar “otra salida”, y cuando pensó que ya me había quedado suficientemente claro esto, pidió mi apoyo para una propuesta que al día siguiente presentaría el presidente Fox; donde señalaba que regresar a la tasa cero en derechos de autoría era prácticamente imposible, y a cambio ofrecía la creación de una comisión federal de publicaciones donde aquellos autores que aceptaran sujetarse al dictamen de un consejo editorial de gobierno, gozarían de la exención fiscal además del pago completo de una primer edición de veinte mil ejemplares, se vendieran estos o no. A cambio, me ofreció apoyo para llevar el debate sobre la despenalización de la marihuana (lo del aborto le parecía moralmente inaceptable) al estrado antes de terminar el siguiente periodo ordinario de sesiones, y de pasadita el pago de una compensación similar al sueldo que percibía en un semestre. Quedé pasmado. Acepté por salir del paso.
Exacto, lo que siguió fue el escándalo. La comunidad artística e intelectual terminó de satanizar al presidente y los legisladores; las protestas y acusaciones de pretender crear un aparato censor legal apoyados en las necesidades o pocos escrúpulos de algunos creadores proliferaron; el PRD fue el único partido que se negó de entrada a aceptar la propuesta; pero varias cuentas pendientes y elecciones presidenciales a menos de dos años de distancia los mantuvieron a raya.
A mi nadie me preguntaba.
La historia de las letras nos indica que no son complicados los imposibles, de una pedrada se vence a un gigante siempre y cuando a uno no lo de por atacar molinos de viento. Lo malo es que esto último es lo más atractivo del asunto.
La discusión del egreso para la creación del Consejo Editorial de la República –que fue su nombre final- venía en paquete con el rubro de cultura, un momento durante la votación del presupuesto federal que todo mundo aprovecha para salir por un café o ir al baño, por lo que iba a ser pasado de inmediato con voto unánime a favor, cuando pedí la palabra. Subí a la tribuna, aclaré la voz y entonces saqué de entre mis ropas una grabadora de mano, de la cual manaba la voz de Diego Fernández de Cevallos haciéndome el ofrecimiento que a esa hora probablemente también estaban escuchando los directivos de los medios de información a quienes les envié una copia; el habano del “jefe” cayó de su boca para dejar a descubierto su rostro trabado de odio y desconcierto. Supe, como el día de mi onomástico de algunos años atrás, que la noche sería larga.
La ocasión sirvió para pasar una navidad donde el presidente evadió todo contacto con periodistas y aprovechó su mensaje de año nuevo para arremeter en cadena nacional contra los medios, que nunca en su sexenio habían querido hablar de los logros de su gobierno, pero se regodeaban en los “pocos errores”. Diego cayó, pero en su terrible agonía de dinosaurio en exterminio se llevó muchas cabezas con sus últimos coletazos. El escándalo minó el valor del peso frente al dólar en un cuarenta por ciento; a mi me nombraron miembro de la mesa directiva de la Cámara baja y estuve quince días en todas las televisoras, radiodifusoras y espacios electrónicos posibles repitiendo la misma historia; después el país siguió consternado por la reciente renuncia del director técnico de la selección nacional de fútbol.
Pasaron unos meses y junto al país envejecí de manera sorprendente; casi no recordaba lo que pasó en esa sesión y la comunidad artística ya había vuelto a su natural antropofágia, es decir, regresó a la normalidad.
Tal vez por ello no me extrañó oír, cuando pasaba por ahí luego de escuchar su comparecencia; la respuesta que Gil Díaz, el secretario de Hacienda, daba a un grupo de reporteros amontonados a su alrededor, justo cuando decía que si no había oportunidad para los creadores en el país era a causa de mi negativa actitud, y por tanto mi completa culpa. Tampoco me extrañó que de entre el grupo, un reportero me apuntara de inmediato con su micrófono para preguntar que le respondía al secretario; mi respuesta fue natural, sin ira; -Dicho sea con respeto, señor secretario, tanto sus comentarios como su real estampa me los paso por los güevos, y mire que lo digo con estas palabras en primera para que me entienda y en segunda para que luego no se preste a malas interpretaciones y se piense que no era mi intención ofenderlo- y sin más, salí de la sala y me dirigí a casa, donde Aurora me espera desde hace dos años y tres meses, con la mesa lista para la cena.
viernes, 26 de mayo de 2006
Acciones de contrapropaganda iguanera
Consciente de la efectividad (o más bien en plan onda nostálgica) de las pintas como una de las pocas posibilidades de que las instituciones reciban de la gente mentadas públicas, así como con el ánimo de motivar el imaginario colectivo y generar un poco más de enrarecimiento al putrefacto ambiente electoral; La Iguanomancia se honra en presentar a continuación una lista de sugerencias para que pinte usted, querido lector, sobre la propaganda de los candidatos (recuerde, para permanecer en la onda nostálgica, de preferencia que sea con pintura vinílica a brochazo limpio, nada de méndigos aereosoles, por favor)
Para calderón:
Él tiene las manos limpias, pero no le vean las uñas
Tengo las manos limpias, ¡pero prometo que eso cambiará!
Mis parientes no harán negocio al amparo del poder... ya lo hicieron
Para que vivamos mejor... no votes por el PAN
Por una derecha sin restricciones, ¡Sieg Heil!
Para López Obrador:
¡Andrés Manuel es un peligro!... para la campaña de AMLO
Cumplir es mi fuerza... las encuestas no
Compromiso 51: Acabar con los salinistas... menos los que son cuates
Para Roberto Madrazo:
¡En serio, también soy candidato!
Andrés Manuel ya no mientas, de eso me encargo yo
Hundir más a México. Roberto si puede
Para calderón:
Él tiene las manos limpias, pero no le vean las uñas
Tengo las manos limpias, ¡pero prometo que eso cambiará!
Mis parientes no harán negocio al amparo del poder... ya lo hicieron
Para que vivamos mejor... no votes por el PAN
Por una derecha sin restricciones, ¡Sieg Heil!
Para López Obrador:
¡Andrés Manuel es un peligro!... para la campaña de AMLO
Cumplir es mi fuerza... las encuestas no
Compromiso 51: Acabar con los salinistas... menos los que son cuates
Para Roberto Madrazo:
¡En serio, también soy candidato!
Andrés Manuel ya no mientas, de eso me encargo yo
Hundir más a México. Roberto si puede
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lunes, 22 de mayo de 2006
¡PIRATAS AL GRITO DE GUERRA!
I.- (Muy) Breves antecedentes
Algo curioso sucede entre los cinéfilos; para empezar, se pueden dividir en dos bloques: el de los sesudos estudiosos que consideran al séptimo arte casi una religión; conocen a la perfección las reglas y técnicas del cine; se encuentran en una búsqueda constante y guardan celosamente su acervo particular. Del otro lado, se hayan los cinéfilos freaks, que consideran al séptimo arte casi una religión; conocen a la perfección las reglas y técnicas del cine; se encuentran en una búsqueda constante… y comparten sus películas.
La diferencia entre ambos lados -amén de lo que cada uno considera como una buena cinta-, ha definido una serie de prácticas de difusión fuera de lo legal, aunque éticamente la cuestión se complica.
Antes de la aparición del VHS, formar una colección de películas representaba un lujo, toda vez que las posibilidades para hacerlo requerían de equipo poco accesible para el ciudadano común, de tal manera que la aparición de las videocaseteras abrió la posibilidad de atesorar sus películas favoritas a miles de cinéfilos, aunque curiosamente la fiebre desde inicio fue más intensa entre aquellos que se deleitan con los sub géneros despreciados por la crítica “seria”, es decir, quienes disfrutan del gore, explotación, porno, ciencia ficción y anexas.
La implacable hambre de los cinéfilos heterodoxos creció a partir de entonces cual si de la mismísima Mancha Voraz se tratara y tuvo su despliegue definitivo con el Internet como herramienta fundamental para el intercambio de archivos a través de comunidades como Napster en sus inicios o las actuales Lime Wire y E-mule, donde es posible encontrar y compartir películas que de otra manera resultaría casi impensable poder conseguir, a menos que…
II.- Los bucaneros del bien
El Tianguis Cultural del Chopo pronto expandió su vocación del intercambio de discos de rock hacia las más variadas formas de expresión imaginables, el cine incluido, y dentro de este rubro destaca la legendaria figura de Juan Heladio, quien desde hace años se ha dedicado a generar y ampliar pasiones por el cine gracias a su propia convicción cinéfila para compartir con todo el que se le acerque, aparte de algunas de las (según dice la leyenda) alrededor de 15,000 películas de su colección, sabrosas conversaciones que pueden lo mismo versar acerca de la obra de Einsenstein que de lo más bizarro de John Waters o lo más reciente de los hermanos Pang.
Aunque resulte aventurado, se puede decir que por este personaje se han ampliado las redes de intercambio y ya en el mismo tianguis se pueden encontrar otros puestos dedicados al cine, como también sucede en Tepito y la Lagunilla o en el propio San Luis Potosí con Mr. Brown, el famoso Santi, en el tianguis de las vías.
Por gente como ellos se puede tener acceso al cine que se hace en países como Argentina, Chile, India, Alemania, Irán, Corea o Japón, sólo por mencionar los primeros que saltan a la mente. Sin la intervención de ellos es muy probable que la obra de cineastas como Patrice Leconte, Alexandro Jodorowsky o Takashi Miike fueran desconocidas en México y seguramente no se hubieran podido rescatar las cintas de Juan López Moctezuma del olvido.
¿Qué lo que hacen es comerciar con películas copiadas? Pues si, pero de otra manera, insisto, seguiría siendo muy complicado verlas. Las distribuidoras de cine y video en México se han limitado a poner a disposición de los espectadores únicamente películas que vienen precedidas por una exhibición exitosa en el país de origen de la cinta y de vez en cuando se han aventurado a trabajar algún subgénero, con malos resultados, ya que según es notable, compran las películas sin verlas o de plano su sentido del gusto contraviene toda lógica.
De esta manera, no se puede culpar a quienes compran o venden este tipo de películas y no sería justo ponerlas al mismo nivel de la piratería de películas de estreno, la diferencia radica en los intereses. Recientemente Blockbuster parece estar reaccionando y ha comenzado a introducir en sus líneas de cine de arte y cine extranjero –con películas importadas sin subtítulos en español- obra de cineastas antes dados a conocer por las huestes de bucaneros bienintencionados.
Si legalmente no es posible hacerlo ¿debe uno de abstenerse de ver buen cine?
Yo digo que no.
Algo curioso sucede entre los cinéfilos; para empezar, se pueden dividir en dos bloques: el de los sesudos estudiosos que consideran al séptimo arte casi una religión; conocen a la perfección las reglas y técnicas del cine; se encuentran en una búsqueda constante y guardan celosamente su acervo particular. Del otro lado, se hayan los cinéfilos freaks, que consideran al séptimo arte casi una religión; conocen a la perfección las reglas y técnicas del cine; se encuentran en una búsqueda constante… y comparten sus películas.
La diferencia entre ambos lados -amén de lo que cada uno considera como una buena cinta-, ha definido una serie de prácticas de difusión fuera de lo legal, aunque éticamente la cuestión se complica.
Antes de la aparición del VHS, formar una colección de películas representaba un lujo, toda vez que las posibilidades para hacerlo requerían de equipo poco accesible para el ciudadano común, de tal manera que la aparición de las videocaseteras abrió la posibilidad de atesorar sus películas favoritas a miles de cinéfilos, aunque curiosamente la fiebre desde inicio fue más intensa entre aquellos que se deleitan con los sub géneros despreciados por la crítica “seria”, es decir, quienes disfrutan del gore, explotación, porno, ciencia ficción y anexas.
La implacable hambre de los cinéfilos heterodoxos creció a partir de entonces cual si de la mismísima Mancha Voraz se tratara y tuvo su despliegue definitivo con el Internet como herramienta fundamental para el intercambio de archivos a través de comunidades como Napster en sus inicios o las actuales Lime Wire y E-mule, donde es posible encontrar y compartir películas que de otra manera resultaría casi impensable poder conseguir, a menos que…
II.- Los bucaneros del bien
El Tianguis Cultural del Chopo pronto expandió su vocación del intercambio de discos de rock hacia las más variadas formas de expresión imaginables, el cine incluido, y dentro de este rubro destaca la legendaria figura de Juan Heladio, quien desde hace años se ha dedicado a generar y ampliar pasiones por el cine gracias a su propia convicción cinéfila para compartir con todo el que se le acerque, aparte de algunas de las (según dice la leyenda) alrededor de 15,000 películas de su colección, sabrosas conversaciones que pueden lo mismo versar acerca de la obra de Einsenstein que de lo más bizarro de John Waters o lo más reciente de los hermanos Pang.
Aunque resulte aventurado, se puede decir que por este personaje se han ampliado las redes de intercambio y ya en el mismo tianguis se pueden encontrar otros puestos dedicados al cine, como también sucede en Tepito y la Lagunilla o en el propio San Luis Potosí con Mr. Brown, el famoso Santi, en el tianguis de las vías.
Por gente como ellos se puede tener acceso al cine que se hace en países como Argentina, Chile, India, Alemania, Irán, Corea o Japón, sólo por mencionar los primeros que saltan a la mente. Sin la intervención de ellos es muy probable que la obra de cineastas como Patrice Leconte, Alexandro Jodorowsky o Takashi Miike fueran desconocidas en México y seguramente no se hubieran podido rescatar las cintas de Juan López Moctezuma del olvido.
¿Qué lo que hacen es comerciar con películas copiadas? Pues si, pero de otra manera, insisto, seguiría siendo muy complicado verlas. Las distribuidoras de cine y video en México se han limitado a poner a disposición de los espectadores únicamente películas que vienen precedidas por una exhibición exitosa en el país de origen de la cinta y de vez en cuando se han aventurado a trabajar algún subgénero, con malos resultados, ya que según es notable, compran las películas sin verlas o de plano su sentido del gusto contraviene toda lógica.
De esta manera, no se puede culpar a quienes compran o venden este tipo de películas y no sería justo ponerlas al mismo nivel de la piratería de películas de estreno, la diferencia radica en los intereses. Recientemente Blockbuster parece estar reaccionando y ha comenzado a introducir en sus líneas de cine de arte y cine extranjero –con películas importadas sin subtítulos en español- obra de cineastas antes dados a conocer por las huestes de bucaneros bienintencionados.
Si legalmente no es posible hacerlo ¿debe uno de abstenerse de ver buen cine?
Yo digo que no.
jueves, 20 de abril de 2006
"Buenos días, hermano"
Comencemos por imaginar el escenario: las 8 de la mañana de un domingo cualquiera, de esos en los que a la hora referida uno tiene a lo mucho 4 de haberse acostado, es decir, la resaca viene entrando con fuerza y la idea es combatirla con largas horas de sueño, lo cual se va logrando...hasta que tocan la puerta.
Hay 2 opciones viables entonces, levantarse y atender o hacer caso omiso al llamado; por lo regular se toma la segunda opción, pero los toquidos continúan de tal manera que uno no puede dejar de pensar que la insistencia es por una grave urgencia, así que uno se levanta, aplica un salivazo al pelo, se talla los ojos, si es posible se medio refresca la boca y se dirige a la puerta, abrimos y -comienza el martirio- nos topamos con un par de mujeres horrendas con una sonrisa fingidísima tras la cual dejan escapar un “Buenos días, hermano” (¿Hermano? En la vida las había visto y salvo a unos cuantos amigos muy cercanos a los cuales en alguna lejana ocasión he llamado así, no ando con la ridiculez de hermanear a cuanto ser viviente se me presente a la cara).
Antes de que pueda uno abrir la boca, ya te están hablando de la necesidad de acercarnos a dios (a su dios, obviamente) y de cómo tu vida miserable puede ser salvada. Si, yo también he pensado en el homicidio en ese instante, pero como no es políticamente (ni penalmente, que es más grave) correcto hacer eso, comparto algunas experiencias que me han ayudado a librarme de tan nefastos seres (que por cierto no entienden con un “no gracias” por muy amable que lo expresemos)
En una ocasión, luego de escuchar a las sujetas en cuestión me dieron una revista en la que se explicaba detalladamente como mi alma podía ser salvada. Yo, con toda la sana intención de regresar tan amable gesto, fui a mi cuarto y les regalé también una revista. Ellas se sorprendieron, se sonrojaron, me dijeron que no podían aceptarla, una de ellas hasta como que se indignó (sigo sin entender porque, a lo mejor no le gustaba la amabilidad correspondida) total que se retiraron apresuradamente, casi sin despedirse y me dejaron con en el anual 93 de la revista Hustler en las manos.
Otro día, con la cruda aporreándome a tal grado que estaba susceptible a creer en los demonios más horrendos de cualquier religión y con un humor de los mil ídem, de plano interrumpí su pesado discurso y le pregunte: -“Señora, ¿a usted le gusta el heavy metal?”- como vi que no captó le expliqué que se trataba de lo que los oyentes inexpertos llaman “rock pesado” y aclarado el punto me dijo que no, que prefería otro tipo de música. “Mire usted –proseguí-, a mi me gusta mucho, me llena, me conmueve, escucharlo es una experiencia muy placentera, sin embargo no ando de casa en casa molestando gente para invitarla a escuchar la música que me gusta porque me parece de pésima educación y en contra de la libertad de que cada quien, sin medios inductivos, haga, escuche y crea lo que le de la real gana”. Acto seguido cerré la puerta, pero no pude dejar de asomarme a la ventana para encontrarla ahí parada con cara de pasmo, en la mera orillita del desconcierto.
En otra ocasión me tocó que el predicador, evangelizador o como se le llame, venía del preescolar de la propaganda religiosa. Al abrir la puerta me encontré con un niño de unos 10 o 12 años, vestido muy correctamente con una camisa blanca rematada con una corbata de moño y su infaltable biblia en la mano; unos metros atrás, un sujeto barbudo y bonachón de sonrisa estúpida -que intuí era padre del niño-, observaba los pininos del joven elegido para propagar la fe.
Comenzaba el pequeño su diatriba cuando con toda seriedad le interrumpí:
-Gracias niño, pero soy satanista-.
No creí que los ojos alcanzaran de manera natural tal rango de apertura como la del niño, misma que me hizo saber que en sus primeras lecciones no incluyeron el trato con un supuesto seguidor del rival de su dios. El barbudo también se sobresaltó, así que ya no entendí nada, pues incluso el peor vendedor de cambaceo, creo yo, debe tener el ingenio para convencer al cliente y en este caso, tuvieron que quedarse con su producto.
En las tres ocasiones regresé a dormir incluso con mayor placidez, con eso que le llaman alma llena de una extraña alegría malévola y los madrugadores de domingo han desaparecido un buen rato de mi puerta.
Hay 2 opciones viables entonces, levantarse y atender o hacer caso omiso al llamado; por lo regular se toma la segunda opción, pero los toquidos continúan de tal manera que uno no puede dejar de pensar que la insistencia es por una grave urgencia, así que uno se levanta, aplica un salivazo al pelo, se talla los ojos, si es posible se medio refresca la boca y se dirige a la puerta, abrimos y -comienza el martirio- nos topamos con un par de mujeres horrendas con una sonrisa fingidísima tras la cual dejan escapar un “Buenos días, hermano” (¿Hermano? En la vida las había visto y salvo a unos cuantos amigos muy cercanos a los cuales en alguna lejana ocasión he llamado así, no ando con la ridiculez de hermanear a cuanto ser viviente se me presente a la cara).
Antes de que pueda uno abrir la boca, ya te están hablando de la necesidad de acercarnos a dios (a su dios, obviamente) y de cómo tu vida miserable puede ser salvada. Si, yo también he pensado en el homicidio en ese instante, pero como no es políticamente (ni penalmente, que es más grave) correcto hacer eso, comparto algunas experiencias que me han ayudado a librarme de tan nefastos seres (que por cierto no entienden con un “no gracias” por muy amable que lo expresemos)
En una ocasión, luego de escuchar a las sujetas en cuestión me dieron una revista en la que se explicaba detalladamente como mi alma podía ser salvada. Yo, con toda la sana intención de regresar tan amable gesto, fui a mi cuarto y les regalé también una revista. Ellas se sorprendieron, se sonrojaron, me dijeron que no podían aceptarla, una de ellas hasta como que se indignó (sigo sin entender porque, a lo mejor no le gustaba la amabilidad correspondida) total que se retiraron apresuradamente, casi sin despedirse y me dejaron con en el anual 93 de la revista Hustler en las manos.
Otro día, con la cruda aporreándome a tal grado que estaba susceptible a creer en los demonios más horrendos de cualquier religión y con un humor de los mil ídem, de plano interrumpí su pesado discurso y le pregunte: -“Señora, ¿a usted le gusta el heavy metal?”- como vi que no captó le expliqué que se trataba de lo que los oyentes inexpertos llaman “rock pesado” y aclarado el punto me dijo que no, que prefería otro tipo de música. “Mire usted –proseguí-, a mi me gusta mucho, me llena, me conmueve, escucharlo es una experiencia muy placentera, sin embargo no ando de casa en casa molestando gente para invitarla a escuchar la música que me gusta porque me parece de pésima educación y en contra de la libertad de que cada quien, sin medios inductivos, haga, escuche y crea lo que le de la real gana”. Acto seguido cerré la puerta, pero no pude dejar de asomarme a la ventana para encontrarla ahí parada con cara de pasmo, en la mera orillita del desconcierto.
En otra ocasión me tocó que el predicador, evangelizador o como se le llame, venía del preescolar de la propaganda religiosa. Al abrir la puerta me encontré con un niño de unos 10 o 12 años, vestido muy correctamente con una camisa blanca rematada con una corbata de moño y su infaltable biblia en la mano; unos metros atrás, un sujeto barbudo y bonachón de sonrisa estúpida -que intuí era padre del niño-, observaba los pininos del joven elegido para propagar la fe.
Comenzaba el pequeño su diatriba cuando con toda seriedad le interrumpí:
-Gracias niño, pero soy satanista-.
No creí que los ojos alcanzaran de manera natural tal rango de apertura como la del niño, misma que me hizo saber que en sus primeras lecciones no incluyeron el trato con un supuesto seguidor del rival de su dios. El barbudo también se sobresaltó, así que ya no entendí nada, pues incluso el peor vendedor de cambaceo, creo yo, debe tener el ingenio para convencer al cliente y en este caso, tuvieron que quedarse con su producto.
En las tres ocasiones regresé a dormir incluso con mayor placidez, con eso que le llaman alma llena de una extraña alegría malévola y los madrugadores de domingo han desaparecido un buen rato de mi puerta.
miércoles, 15 de marzo de 2006
¡El Enmascarado de Plata a la Rotonda de los Ilustres!
Dada la evidente y palpable carencia de héroes nacionales posteriores a la figura del Tata Cárdenas (el doctor Nava es local y el Sub Marcos lo que se conoce científicamente como puro pájaro nalgón), es menester proveer a los mexicanos de un modelo a seguir en la cívica tarea de ser mejores personas y al mismo tiempo con el propósito de establecer un lazo en ese terreno pantanoso que se llama identidad nacional.
Exposición de motivos:
I.- La tradición popular ha de ser el espacio donde surjan las fechas y personajes memorables de nuestra historia; aunque irresponsables, ya estamos grandecitos como para decidir mediante vox populli a quienes merecen ser honrados con la memoria, dejemos ya de lado las figuras impuestas, personajes que conocemos porque la historia la siguen escribiendo los que ganan y no los que la viven ¡abajo Carranza!, ¡proscriban los textos del pelele Lucas Alamán!, ¡le cae al que nombre a una calle como Vicente Fox o Carlos Abacal!
II.- En ese sentido, el santoral laico del pueblo mexicano ha dado muestra de su contundencia al elevar al culto a personajes como Malverde, artistas como Pedro Infante y de la mitología cristiana (o más bien de su derivación católica mezclada con las religiones prehispánicas) a la virgen de Guadalupe. En ese sentido, Santo, el Enmascarado de Plata, cuenta con una amplia trayectoria en eso de las querencias populares; es imposible creer que haya una sola persona en este país que no sepa a quien se refiere cuando se menciona su nombre.
III.- Ningún héroe mexicano, por muy benemérito, padre de la patria o siervo de la nación que se diga, ha generado un culto de tal magnitud como el Santo, ninguno ha generado tal fascinación a pesar de que le ganen al enmascarado en inspiración de discursos, aunque a fin de cuentas, estos sólo son un conjunto de palabras para ganar certámenes escolares y de ahí pasar a formar parte del sistema.
IV.- Si no fuera por Santo, ya reinaran el mundo las mujeres vampiro (la oferta de tener a Lorena Velázquez de reinita es tentadora, pero..); nos hubieran invadido los marcianos; viviríamos temerosos de la maldición del hacha diabólica; las momias ya se hubieran zumbado todo Guanajuato y adiós Cervantino; en manos de algún pillo estaría el tesoro de Moctezuma y quien sabe como nos hubiera ido con los malvados hombres de la Atlántida dominando el mundo, de tal manera que lo menos que podemos hacer es reconocer justamente todo cuanto en vida hizo por este planeta.
V.- Si las anteriores acotaciones no fueron suficientes, cabe recordar que en un descuido y los zánganos diputados mandan primero a Salinas y Fox a la Rotonda de los Ilustres, por lo cual, si no es tomada en serio esta propuesta, no respondo.
San Luis Potosí, S.L.P. a 15 de marzo de 2006
Responsable de la publicación: La Iguanomancia
(siguen 900 firmas*)
*Todas las firmas son mías, pero su mérito debe tener mover tanto la pluma, ¿o no?
Exposición de motivos:
I.- La tradición popular ha de ser el espacio donde surjan las fechas y personajes memorables de nuestra historia; aunque irresponsables, ya estamos grandecitos como para decidir mediante vox populli a quienes merecen ser honrados con la memoria, dejemos ya de lado las figuras impuestas, personajes que conocemos porque la historia la siguen escribiendo los que ganan y no los que la viven ¡abajo Carranza!, ¡proscriban los textos del pelele Lucas Alamán!, ¡le cae al que nombre a una calle como Vicente Fox o Carlos Abacal!
II.- En ese sentido, el santoral laico del pueblo mexicano ha dado muestra de su contundencia al elevar al culto a personajes como Malverde, artistas como Pedro Infante y de la mitología cristiana (o más bien de su derivación católica mezclada con las religiones prehispánicas) a la virgen de Guadalupe. En ese sentido, Santo, el Enmascarado de Plata, cuenta con una amplia trayectoria en eso de las querencias populares; es imposible creer que haya una sola persona en este país que no sepa a quien se refiere cuando se menciona su nombre.
III.- Ningún héroe mexicano, por muy benemérito, padre de la patria o siervo de la nación que se diga, ha generado un culto de tal magnitud como el Santo, ninguno ha generado tal fascinación a pesar de que le ganen al enmascarado en inspiración de discursos, aunque a fin de cuentas, estos sólo son un conjunto de palabras para ganar certámenes escolares y de ahí pasar a formar parte del sistema.
IV.- Si no fuera por Santo, ya reinaran el mundo las mujeres vampiro (la oferta de tener a Lorena Velázquez de reinita es tentadora, pero..); nos hubieran invadido los marcianos; viviríamos temerosos de la maldición del hacha diabólica; las momias ya se hubieran zumbado todo Guanajuato y adiós Cervantino; en manos de algún pillo estaría el tesoro de Moctezuma y quien sabe como nos hubiera ido con los malvados hombres de la Atlántida dominando el mundo, de tal manera que lo menos que podemos hacer es reconocer justamente todo cuanto en vida hizo por este planeta.
V.- Si las anteriores acotaciones no fueron suficientes, cabe recordar que en un descuido y los zánganos diputados mandan primero a Salinas y Fox a la Rotonda de los Ilustres, por lo cual, si no es tomada en serio esta propuesta, no respondo.
San Luis Potosí, S.L.P. a 15 de marzo de 2006
Responsable de la publicación: La Iguanomancia
(siguen 900 firmas*)
*Todas las firmas son mías, pero su mérito debe tener mover tanto la pluma, ¿o no?
jueves, 19 de enero de 2006
Macabras profecías para el año que inicia
Oooooooommmmmmmmmm, ooooooooooommmmmmmmmmmm
Política:
La contienda política será más vulgar, sucia y despreciable que nunca, pero al fin y al cabo la gleba no se da cuenta de ello.
Igual que Cárdenas, López Obrador ganará la presidencia de la República.
Para mediados de año, nadie se acordará de la mentada “otra campaña” (de hecho, ¿alguien –exceptuando a La Jornada- se acuerda de ella ahora?)
Deportes:
Raúl Arias salvará al Real San Luis del descenso y lo llevará a las finales, en razón de ello, la gente lo nacionalizará potosino y utilizará las llaves para el horrible proyecto de estatua pa’l Doctor Nava para hacerle un busto de enormes proporciones a la entrada de la ciudad.
La Secreción, perdón, selección mexicana, no pasará de la primera ronda. Hugo Sánchez declarará “se los dije”, en medio de un ataque de risa.
Cultura:
...
...
¡Jijos, no se ve nada!
¿Qué qué?... ¡¿ eso va a ser titular de CONACULTA?!. Bueno, después de la Bermúdez lo que caiga es bueno
pero en Tunisia nomás no se ve nada...
Política:
La contienda política será más vulgar, sucia y despreciable que nunca, pero al fin y al cabo la gleba no se da cuenta de ello.
Igual que Cárdenas, López Obrador ganará la presidencia de la República.
Para mediados de año, nadie se acordará de la mentada “otra campaña” (de hecho, ¿alguien –exceptuando a La Jornada- se acuerda de ella ahora?)
Deportes:
Raúl Arias salvará al Real San Luis del descenso y lo llevará a las finales, en razón de ello, la gente lo nacionalizará potosino y utilizará las llaves para el horrible proyecto de estatua pa’l Doctor Nava para hacerle un busto de enormes proporciones a la entrada de la ciudad.
La Secreción, perdón, selección mexicana, no pasará de la primera ronda. Hugo Sánchez declarará “se los dije”, en medio de un ataque de risa.
Cultura:
...
...
¡Jijos, no se ve nada!
¿Qué qué?... ¡¿ eso va a ser titular de CONACULTA?!. Bueno, después de la Bermúdez lo que caiga es bueno
pero en Tunisia nomás no se ve nada...
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