viernes, 26 de mayo de 2006

Acciones de contrapropaganda iguanera

Consciente de la efectividad (o más bien en plan onda nostálgica) de las pintas como una de las pocas posibilidades de que las instituciones reciban de la gente mentadas públicas, así como con el ánimo de motivar el imaginario colectivo y generar un poco más de enrarecimiento al putrefacto ambiente electoral; La Iguanomancia se honra en presentar a continuación una lista de sugerencias para que pinte usted, querido lector, sobre la propaganda de los candidatos (recuerde, para permanecer en la onda nostálgica, de preferencia que sea con pintura vinílica a brochazo limpio, nada de méndigos aereosoles, por favor)

Para calderón:
Él tiene las manos limpias, pero no le vean las uñas
Tengo las manos limpias, ¡pero prometo que eso cambiará!
Mis parientes no harán negocio al amparo del poder... ya lo hicieron
Para que vivamos mejor... no votes por el PAN
Por una derecha sin restricciones, ¡Sieg Heil!

Para López Obrador:
¡Andrés Manuel es un peligro!... para la campaña de AMLO
Cumplir es mi fuerza... las encuestas no
Compromiso 51: Acabar con los salinistas... menos los que son cuates

Para Roberto Madrazo:
¡En serio, también soy candidato!
Andrés Manuel ya no mientas, de eso me encargo yo
Hundir más a México. Roberto si puede

lunes, 22 de mayo de 2006

¡PIRATAS AL GRITO DE GUERRA!

I.- (Muy) Breves antecedentes

Algo curioso sucede entre los cinéfilos; para empezar, se pueden dividir en dos bloques: el de los sesudos estudiosos que consideran al séptimo arte casi una religión; conocen a la perfección las reglas y técnicas del cine; se encuentran en una búsqueda constante y guardan celosamente su acervo particular. Del otro lado, se hayan los cinéfilos freaks, que consideran al séptimo arte casi una religión; conocen a la perfección las reglas y técnicas del cine; se encuentran en una búsqueda constante… y comparten sus películas.
La diferencia entre ambos lados -amén de lo que cada uno considera como una buena cinta-, ha definido una serie de prácticas de difusión fuera de lo legal, aunque éticamente la cuestión se complica.
Antes de la aparición del VHS, formar una colección de películas representaba un lujo, toda vez que las posibilidades para hacerlo requerían de equipo poco accesible para el ciudadano común, de tal manera que la aparición de las videocaseteras abrió la posibilidad de atesorar sus películas favoritas a miles de cinéfilos, aunque curiosamente la fiebre desde inicio fue más intensa entre aquellos que se deleitan con los sub géneros despreciados por la crítica “seria”, es decir, quienes disfrutan del gore, explotación, porno, ciencia ficción y anexas.
La implacable hambre de los cinéfilos heterodoxos creció a partir de entonces cual si de la mismísima Mancha Voraz se tratara y tuvo su despliegue definitivo con el Internet como herramienta fundamental para el intercambio de archivos a través de comunidades como Napster en sus inicios o las actuales Lime Wire y E-mule, donde es posible encontrar y compartir películas que de otra manera resultaría casi impensable poder conseguir, a menos que…

II.- Los bucaneros del bien

El Tianguis Cultural del Chopo pronto expandió su vocación del intercambio de discos de rock hacia las más variadas formas de expresión imaginables, el cine incluido, y dentro de este rubro destaca la legendaria figura de Juan Heladio, quien desde hace años se ha dedicado a generar y ampliar pasiones por el cine gracias a su propia convicción cinéfila para compartir con todo el que se le acerque, aparte de algunas de las (según dice la leyenda) alrededor de 15,000 películas de su colección, sabrosas conversaciones que pueden lo mismo versar acerca de la obra de Einsenstein que de lo más bizarro de John Waters o lo más reciente de los hermanos Pang.
Aunque resulte aventurado, se puede decir que por este personaje se han ampliado las redes de intercambio y ya en el mismo tianguis se pueden encontrar otros puestos dedicados al cine, como también sucede en Tepito y la Lagunilla o en el propio San Luis Potosí con Mr. Brown, el famoso Santi, en el tianguis de las vías.
Por gente como ellos se puede tener acceso al cine que se hace en países como Argentina, Chile, India, Alemania, Irán, Corea o Japón, sólo por mencionar los primeros que saltan a la mente. Sin la intervención de ellos es muy probable que la obra de cineastas como Patrice Leconte, Alexandro Jodorowsky o Takashi Miike fueran desconocidas en México y seguramente no se hubieran podido rescatar las cintas de Juan López Moctezuma del olvido.
¿Qué lo que hacen es comerciar con películas copiadas? Pues si, pero de otra manera, insisto, seguiría siendo muy complicado verlas. Las distribuidoras de cine y video en México se han limitado a poner a disposición de los espectadores únicamente películas que vienen precedidas por una exhibición exitosa en el país de origen de la cinta y de vez en cuando se han aventurado a trabajar algún subgénero, con malos resultados, ya que según es notable, compran las películas sin verlas o de plano su sentido del gusto contraviene toda lógica.
De esta manera, no se puede culpar a quienes compran o venden este tipo de películas y no sería justo ponerlas al mismo nivel de la piratería de películas de estreno, la diferencia radica en los intereses. Recientemente Blockbuster parece estar reaccionando y ha comenzado a introducir en sus líneas de cine de arte y cine extranjero –con películas importadas sin subtítulos en español- obra de cineastas antes dados a conocer por las huestes de bucaneros bienintencionados.
Si legalmente no es posible hacerlo ¿debe uno de abstenerse de ver buen cine?
Yo digo que no.