jueves, 30 de agosto de 2007

Para documentar la estupidez humana I: Del tráfico y los conductores



He aprendido a conducir demasiado tarde en mi vida. Siempre he sido un buen copiloto, pero como en realidad nunca me hab��a visto en la necesidad de tener un veh��culo, aprender a manejarlo me parec��a irrelevante. En esos largos a��os sentado al lado de conductores predominantemente buenos, pod��a percibir que la estupidez aflora de manera particular en la mayor parte de quienes se sientan tras el volante, como si la acci��n mec��nica de conducir ���manejar, m��s bien- absorbiera una carga neuronal tal que el resto de las capacidades se viera irremisiblemente afectada.
Sin embargo, ahora que manejo percibo con mayor claridad lo alarmante de este hecho, la aventura cuasi mort��fera que implica el abordar un autom��vil y hacerlo andar por los vertederos del tr��fico; de pronto me siento como un investigador submarino explorando las fosas abisales, descubriendo en cada momento seres monstruosos que ni en los d��as m��s pachecos de su vida hubiera podido Lovecraft imaginar.
Prueba irrefutable de la estupidez humana es la miserable sensaci��n de poder que experimenta un alto porcentaje de conductores, misma que los lleva a sentirse due��os de las calles y ver al resto de los seres ���tanto de a pie como tripulantes de cualquier transporte m��vil- como sus inferiores o bien como un enemigo al que hay que destruir por medio del rebase, el cerr��n, el uso a discreci��n del cl��xon y una variante floread��sima ���aqu�� si hay que reconocer ingenio- de insultos antimaternales. La triste realidad nos ense��a que ante la incapacidad de imponerse con las armas de la pura inteligencia, el humano requiere de poseer una m��quina rodante para desfogar sus frustraciones cotidianas. Y no, ni James Dean se salva por haber demostrado su ���hombr��a��� compitiendo en un ���chicken run��� en Rebelde sin causa.
Otra prueba contundente la representan los topes. Paco Ignacio Taibo II mencion�� en un libro la ���cantidad de hijosdelachingada per c��pita���, la cual deber��a ser considerada seriamente como unidad de medida, misma que puede ser calculada mediante una ecuaci��n matem��tica mucho m��s sencilla que la conversi��n de yarda a metro. De esta manera, al circular por una colonia, podemos apreciar el volumen de estos especimenes en funci��n del n��mero de topes que se pueden contabilizar en una calle. Y es que los topes son una invenci��n dirigida a regular mediante el castigo las acciones irresponsables de los conductores, en un mundo libre de estupidez, la gente sabr��a que hay que reducir la velocidad cuando circula cerca de una escuela, un hospital, un ��rea de juegos infantiles o ya de plano ser��a consciente de que en un ��rea habitacional, 30 km/hora es una velocidad aceptable, sin embargo la simple idea de una sociedad as�� hubiera doblado de risa al mism��simo Tom��s Moro, quien si se la hubieran propuesto para su ���Utop��a���, hubiera desechado por falaz e inaudita.
Definitivamente no me considero un conductor experto, a��n soy novicio y por ende la marca de mi paso por las calles ya ha sido constatada por algunas banquetas y el carro del vecino (no se nota, ustedes no digan nada), estas apreciaciones son parte de un ejercicio mental que practico en ocasiones mientras transito o espero el siga en un sem��foro, hasta que este cambia a verde y a la d��cima de segundo posterior, el chofer del carro de atr��s me vuelve a la realidad a punta de claxonazos.

Posdata:
Los choferes del transporte p��blico no fueron incluidos en estas reflexiones sobre la estupidez humana porque simplemente a alguien se le olvid�� apartarles lugar en la cadena evolutiva y apenas califican como sahelantropus tchadiensis.*





* la definici��n de sahelantropus tchadiensis la puede encontrar en cualquier enciclopedia o alg��n libro sobre la evoluci��n humana, no espere a que todo se lo resuelvan f��cilmente, caramba.