La toma de las tribunas del Senado y la C��mara de diputados por parte de legisladores del FAP como parte de las acciones para detener la posible aprobaci��n de la propuesta de reforma energ��tica enviada por la presidencia de la Rep��blica ha tenido una serie de reacciones en el pa��s, de manera que se ha vuelto un tema central en el debate p��blico y le ha dado nuevos br��os a la alica��da imagen p��blica de Andr��s Manuel L��pez Obrador, sobre todo por la manera en que se ha manejado el caso a trav��s de los medios de comunicaci��n, que va del linchamento neur��tico de las televisoras nacionales al servilismo de La Jornada, con esta acci��n se di�� inicio a la discusi��n de lo que ser�� probablemente el tema m��s ��lgido en el pa��s en muchos a��os. Por eso me llama la atenci��n este art��culo de Jorge Zepeda Patterson, donde presenta algunos puntos y antes que hacer un juicio severo parece proponer un an��lisis m��s objetivo a los lectores.
Ya que comenz�� el debate entre nuestros supuestos representantes, creo que es importante conocer y compartir lo que pensamos los ciudadanos de a pie, esos que con nuestra erogaci��n de impuestos mantenemos a los tipos que deciden lo que se hace en el pa��s.
El art��culo est�� tomado de la edici��n online de El Universal y pueden verlo aqu�� en su contexto original.��Qu�� hacemos con L��pez Obrador?
Jorge Zepeda Patterson
20 de abril de 2008
Ciertamente no es Hitler o Mussolini, pero es sorprendente la capacidad que tiene L��pez Obrador para provocar ronchas a muchos ciudadanos, particularmente entre los sectores conservadores. Una y otra vez reaccionan de tal manera que terminan por vigorizar la figura p��blica de El Peje.
El spot de televisi��n transmitido en horario triple A en que se le compara a Victoriano Huerta, Pinochet y similar cala��a por haber ordenado tomar el sal��n de sesiones de la C��mara, es tan desproporcionado y abusivo que ha resultado contraproducente. Para El Peje ha sido oro molido, pues confirma la noci��n de que existe una suerte de conspiraci��n de odio en su contra. De verdugo del Congreso ha pasado a ser v��ctima de la derecha todopoderosa.
No coincido con varias decisiones de L��pez Obrador y me parece que su estilo de liderazgo deja mucho que desear. Pero estoy convencido de que AMLO y las causas que representa son absolutamente indispensables para la salud de la Rep��blica. Cada vez que el tabasque��o habla en contra de las instituciones y convoca a la movilizaci��n, una legi��n de analistas y comentaristas se queja de su irresponsabilidad y primitivismo pol��tico. Como si se tratase de una anomal��a trasnochada en una sociedad democr��tica. ���Hay problemas pero estos deben resolverse mediante el di��logo���, se dice; ���los bloqueos y tomas de instituciones no caben en una sociedad con estado de derecho���, se afirma, con la convicci��n que s��lo podr��a tener un alem��n o un sueco.
El problema es que no vivimos en un estado de derecho, ni los problemas se resuelven con el di��logo, salvo que usted pertenezca al 20% de la poblaci��n de mayores ingresos. Todos los d��as miles de mexicanos humildes son v��ctimas de tribunales y autoridades que operan a favor del poderoso o del que ofrece m��s. H��blenle del estado de derecho a Lydia Cacho, a las v��ctimas de Ulises Ruiz en Oaxaca, a los campesinos que suplican a un funcionario que ya vendi�� su caso. M��s que un Estado de Derecho lo que padecemos es ���el derecho al Estado��� del que gozan algunos sectores privilegiados. ��C��mo podemos hablar de ���someterse al imperio de la ley��� cuando los que se enriquecieron con el Fobaproa, el mayor robo en la historia de la naci��n, lo hicieron legalmente?
La reforma energ��tica ofrece el mejor ejemplo. Si L��pez Obrador y sus contingentes no hubieran irrumpido con sus sudores y malas maneras (cito a un cr��tico) la reforma habr��a sido acordada entre futuros beneficiarios, funcionarios federales y legisladores pri��stas. Fueron los gritos y sombrerazos, las denuncias fundadas e infundadas de El Peje, lo que oblig�� a definir esta reforma en un espacio verdaderamente p��blico.
No s�� si al final de todo esto tendremos una buena reforma, pero estoy convencido de que ser�� mejor de la que podr��a haberse firmado tras bambalinas. En todo caso habr�� de ser m��s representativa del sentimiento de la comunidad en su conjunto y mucho menos cupular de la que ten��an cocinada. ��Qu�� no trata de eso la democracia? Desde luego, los m��todos de AMLO no son democr��ticos, pero son comprensibles si consideramos que los acuerdos ���democr��ticos��� son los que tienen que pasar y ser resueltos por Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa a partir de los intereses muy poco democr��ticos que ellos representan.
Insisto en que los mexicanos tenemos todo el derecho de desconfiar de la apertura al capital privado, habida cuenta de la cantidad de abusos que han generado privatizaciones y concesiones en el pasado. Eso no significa que debamos satanizarlas per se. Podr��an ser la ��nica soluci��n para el quebranto energ��tico que se avecina. Pero el Estado mexicano hasta ahora ha sido incapaz de impedir los excesos y abusos de los grupos privilegiados cada vez que ha abierto al mercado ��mbitos de la esfera p��blica. No es posible encarar la apertura de Pemex sin antes agotar la discusi��n de las maneras en que habremos de asegurarnos de que no se multipliquen los Carlos Slim o Roberto Hern��ndez, o peor a��n, los Bribiescas. Que tome 50 d��as o 100 ventilar estos asuntos es irrelevante si consideramos lo mucho que est�� en juego.
Es desagradable ver a los perredistas convertir la tribuna m��xima en un tianguis. Pero, bien mirado, es un costo menor si ello oblig�� a examinar con atenci��n el futuro del petr��leo, nada m��s y nada menos que el mayor patrimonio de este pa��s.
Hay un linchamiento medi��tico de L��pez Obrador que muchos est��n ���comprando���. Algunos se preguntan qu�� hacer con esta piedra en el zapato que constituye su movimiento. Yo dir��a que pese a su ret��rica y su populismo, L��pez Obrador es imprescindible. No empareja el marcador pero impide la goliza. Lo peor que podemos hacer es pretender que la inconformidad social no existe. ��Nos parecen de mal gusto sus expresiones? ��Y de qu�� gusto son las inequidades e injusticias que padece la mitad m��s pobre del pa��s? ��Qu�� cre��amos, que iban a votar cada seis a��os y sentarse a esperar a que llegue un empleo, un abogado honesto o un programa de gobierno?
L��pez Obrador no representa a los verdaderos pobres del pa��s, se dice con frecuencia. Quiz��. Pero canaliza la irritaci��n que entre muchos mexicanos genera esa pobreza. Su desconfianza hacia la apertura al capital privado es la desconfianza de muchos. Antes de lincharlo y repudiar sus m��todos habr��a que escuchar lo que nos est�� tratando de decir esa rep��blica olvidada que intenta hacerse presente.
El spot de televisi��n transmitido en horario triple A en que se le compara a Victoriano Huerta, Pinochet y similar cala��a por haber ordenado tomar el sal��n de sesiones de la C��mara, es tan desproporcionado y abusivo que ha resultado contraproducente. Para El Peje ha sido oro molido, pues confirma la noci��n de que existe una suerte de conspiraci��n de odio en su contra. De verdugo del Congreso ha pasado a ser v��ctima de la derecha todopoderosa.
No coincido con varias decisiones de L��pez Obrador y me parece que su estilo de liderazgo deja mucho que desear. Pero estoy convencido de que AMLO y las causas que representa son absolutamente indispensables para la salud de la Rep��blica. Cada vez que el tabasque��o habla en contra de las instituciones y convoca a la movilizaci��n, una legi��n de analistas y comentaristas se queja de su irresponsabilidad y primitivismo pol��tico. Como si se tratase de una anomal��a trasnochada en una sociedad democr��tica. ���Hay problemas pero estos deben resolverse mediante el di��logo���, se dice; ���los bloqueos y tomas de instituciones no caben en una sociedad con estado de derecho���, se afirma, con la convicci��n que s��lo podr��a tener un alem��n o un sueco.
El problema es que no vivimos en un estado de derecho, ni los problemas se resuelven con el di��logo, salvo que usted pertenezca al 20% de la poblaci��n de mayores ingresos. Todos los d��as miles de mexicanos humildes son v��ctimas de tribunales y autoridades que operan a favor del poderoso o del que ofrece m��s. H��blenle del estado de derecho a Lydia Cacho, a las v��ctimas de Ulises Ruiz en Oaxaca, a los campesinos que suplican a un funcionario que ya vendi�� su caso. M��s que un Estado de Derecho lo que padecemos es ���el derecho al Estado��� del que gozan algunos sectores privilegiados. ��C��mo podemos hablar de ���someterse al imperio de la ley��� cuando los que se enriquecieron con el Fobaproa, el mayor robo en la historia de la naci��n, lo hicieron legalmente?
La reforma energ��tica ofrece el mejor ejemplo. Si L��pez Obrador y sus contingentes no hubieran irrumpido con sus sudores y malas maneras (cito a un cr��tico) la reforma habr��a sido acordada entre futuros beneficiarios, funcionarios federales y legisladores pri��stas. Fueron los gritos y sombrerazos, las denuncias fundadas e infundadas de El Peje, lo que oblig�� a definir esta reforma en un espacio verdaderamente p��blico.
No s�� si al final de todo esto tendremos una buena reforma, pero estoy convencido de que ser�� mejor de la que podr��a haberse firmado tras bambalinas. En todo caso habr�� de ser m��s representativa del sentimiento de la comunidad en su conjunto y mucho menos cupular de la que ten��an cocinada. ��Qu�� no trata de eso la democracia? Desde luego, los m��todos de AMLO no son democr��ticos, pero son comprensibles si consideramos que los acuerdos ���democr��ticos��� son los que tienen que pasar y ser resueltos por Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa a partir de los intereses muy poco democr��ticos que ellos representan.
Insisto en que los mexicanos tenemos todo el derecho de desconfiar de la apertura al capital privado, habida cuenta de la cantidad de abusos que han generado privatizaciones y concesiones en el pasado. Eso no significa que debamos satanizarlas per se. Podr��an ser la ��nica soluci��n para el quebranto energ��tico que se avecina. Pero el Estado mexicano hasta ahora ha sido incapaz de impedir los excesos y abusos de los grupos privilegiados cada vez que ha abierto al mercado ��mbitos de la esfera p��blica. No es posible encarar la apertura de Pemex sin antes agotar la discusi��n de las maneras en que habremos de asegurarnos de que no se multipliquen los Carlos Slim o Roberto Hern��ndez, o peor a��n, los Bribiescas. Que tome 50 d��as o 100 ventilar estos asuntos es irrelevante si consideramos lo mucho que est�� en juego.
Es desagradable ver a los perredistas convertir la tribuna m��xima en un tianguis. Pero, bien mirado, es un costo menor si ello oblig�� a examinar con atenci��n el futuro del petr��leo, nada m��s y nada menos que el mayor patrimonio de este pa��s.
Hay un linchamiento medi��tico de L��pez Obrador que muchos est��n ���comprando���. Algunos se preguntan qu�� hacer con esta piedra en el zapato que constituye su movimiento. Yo dir��a que pese a su ret��rica y su populismo, L��pez Obrador es imprescindible. No empareja el marcador pero impide la goliza. Lo peor que podemos hacer es pretender que la inconformidad social no existe. ��Nos parecen de mal gusto sus expresiones? ��Y de qu�� gusto son las inequidades e injusticias que padece la mitad m��s pobre del pa��s? ��Qu�� cre��amos, que iban a votar cada seis a��os y sentarse a esperar a que llegue un empleo, un abogado honesto o un programa de gobierno?
L��pez Obrador no representa a los verdaderos pobres del pa��s, se dice con frecuencia. Quiz��. Pero canaliza la irritaci��n que entre muchos mexicanos genera esa pobreza. Su desconfianza hacia la apertura al capital privado es la desconfianza de muchos. Antes de lincharlo y repudiar sus m��todos habr��a que escuchar lo que nos est�� tratando de decir esa rep��blica olvidada que intenta hacerse presente.