Zhang Yimou es un cineasta fino. Sobre todo, es uno que conoce perfectamente los mecanismos de la industria cinematogr?fica china, a tal grado que es capaz de realizar una superproducci?n de corte comercial que al mismo tiempo puede ser calificada de obra maestra, como demuestra con su poderosamente po?tica H?roe (Ying xiong, 2002), apenas estrenada en nuestro continente a pesar de haber contendido el a?o de su realizaci?n por el Oscar a la mejor pel?cula extranjera.
Con todo y este retraso, el nombre de Yimou no es nuevo en occidente; con anterioridad ha destacado por realizaciones espl?ndidas como Sorgo Rojo (1987), Ni uno menos (1999) o la bell?sima El camino a casa (2000), exhibidas principalmente en la Muestra Internacional de Cine de la Cineteca. Con tales cartas de presentaci?n, no sorprende que una obra maestra provenga de este realizador, que forma parte junto a Kaige Chen, Tian Zhuangzhang y otros, de la notable ��quinta generaci?n�� (denominaci?n gen?rica que se da a los destacados egresados de la Facultad de Directores del Instituto Cinematogr?fico de Beijing, aut?ntico semillero de maestros), generaci?n que se distingue por su concentraci?n en la valoraci?n art?stica y la expresi?n humanista de sus pel?culas.
Los miembros de la 5�� Generaci?n, influidos por los efectos positivos y negativos de la ��Revoluci?n Cultural��, rechazaron el estilo melodram?tico de sus contempor?neos y regresaron a lo natural, tanto en paisajes como en el tono de sus historias. De entre el estilo general, Yimou es se?alado como el que termina y abre un nuevo ciclo en los estilos de la generaci?n, ya que hay quien dice que Sorgo Rojo (87) marca la conclusi?n de las caracter?sticas arriba se?aladas e inicia con Judou (90), un nuevo estilo que conjunta los lineamientos de la industria con los del arte.
Con H?roe, Yimou aborda la adaptaci?n al cine del g?nero Wu Xia, popularizado a?os atr?s con El Tigre y el Drag?n, de Ang Lee, una cinta grandiosa que no obstante, palidece ante las m?ltiples virtudes de H?roe. La trama pareciera sencilla: en el tiempo de la violenta integraci?n de los siete reinos de China, el guerrero Sin Nombre (un magn?fico Jet-Li) comparece ante el emperador de Quin (Chen Dao Ming) para explicarle como es que ha eliminado a tres asesinos a sueldo que buscaban acabar con el gobernante.
A partir de esta premisa, el director despliega toda una serie de recursos perfectamente dispuestos para conformar una obra maestra, la historia que rompe con su aparente sencillez para convertirse en un relato memorable, la manera en que esta se va contando desde diferentes perspectivas (clara referencia a Akira Kurosawa), el tono po?tico de la narraci?n visual, marcado en las coreograf?as de peleas y la manera en que el honor, el romance y el hero?smo se constituyen en el leit motif de los personajes principales.
Es tambi?n notable el dise?o de producci?n, que ilustra los distintos tonos del relato con un color determinado que cambia peri?dicamente para enriquecer el tono, como en la gota de sangre de Luna que cambia el color del paisaje; as? como el vestuario, evidentemente basado en el contexto hist?rico real, pero adecuado para funcionar en coro con la elegancia del ritmo visual. Menci?n aparte merecen los efectos especiales en las peleas, que en realidad no es algo que no hallamos visto en otras pel?culas como la ya mencionada El Tigre y el Drag?n o Matrix, pero que en manos de Yang Zhimou se convierten en arte puro y para comprobarlo basta ver en los primeros minutos la pelea entre Sin Nombre y Nieve Flotante, un aut?ntico poema.
De aqu? podemos desprender el tono comercial del film, si bien es cierto que los cineastas orientales optan por referir la grandeza a partir de un toque moderado y discreto, la grandilocuencia de H?roe se sujeta firmemente al terreno del arte, no es posible comparar el empleo de recursos econ?micos en, digamos por ejemplo, El ?ltimo samurai (The last samurai, Edward Zwick, E.U. 2003), donde todo est? dispuesto para el efectismo, el espect?culo trivial y la incoherencia hist?rica, con la inversi?n monetaria dispuesta a anteponer un criterio art?stico formal por encima de la ansiada recuperaci?n en taquilla.
H?roe se sostiene, reafirmo, gracias a la forma en que el director asimila y empata los criterios de la industria y el arte, algo que no estamos acostumbrados a ver en esta parte del mundo.
miércoles, 12 de enero de 2005
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