viernes, 22 de abril de 2005

SYLVIA

La de Sylvia Plath es una de esas historias que se vuelven objeto de culto por la fascinación morbosa que nos representa el dolor ajeno, la fascinante belleza con que subliman algunos artistas la angustia permanente de su vida. En ese sentido, podemos caer sin temor en el lugar común de hablar de Plath como una de las más valiosas poetas norteamericanas del siglo XX.

Vivió 30 años e intentó suicidarse desde los 20. en algún momento escribió en su diario “Morir es un arte y yo lo hago excepcionalmente bien”. En gran parte, la belleza de sus poemas radica en la extrema autocrítica con que se regía, tenía conciencia de su talento y por ello mismo se obligaba a la perfección, que obviamente alcanzó.

Hablar de Plath, su vida y su obra podría llevar días enteros, solamente quise hacer mención de ella en razón de que se acaba de estrenar en las salas de cine de San Luis la película Sylvia, de Christine Jeffs, en la cual Gwyneth Palthrow interpreta a la querida poeta. No tengo mayor referencia sobre la cinta, pero bien vale la pena honrar el genio de esta mujer extraordinaria. A continuación, el poema “Canción de amor de la joven loca”.

Cierro los ojos y el mundo muere;
Levanto los párpados y nace todo nuevamente.
(Creo que te inventé en mi mente).

Las estrellas salen valseando en azul y rojo,
Sin sentir galopa la negrura:
Cierro los ojos y el mundo muere.

Soñé que me hechizabas en la cama
Cantabas el sonido de la luna, me besabas locamente.
(Creo que te inventé en mi mente).

Dios cae del cielo, las llamas del infierno se debilitan:
Escapan serafines y soldados de satán:
Cierro los ojos y el mundo muere.

Debí haber amado al pájaro de trueno, no a ti;
Al menos cuando la primavera llega ruge nuevamente.
Cierro los ojos y el mundo muere.
(Creo que te inventé en mi mente).


DE REFILÓN

Cuando Andrés Manuel López Obrador involucró en el “compló” en su contra al villano favorito de México, Carlos Salinas, la verdad no veía donde entrara la figura del expresidente. Con lo acontecido a lo largo de la semana que concluye creo entenderlo.

Por encima de todos los vituperios a que se ha hecho acreedor, no se puede negar que la inteligencia de Salinas es grande. En ese sentido, creo que el circo de estupideces vergonzosas en que se ha convertido el (supuesto) gobierno federal fue orquestado por el innombrable, que hábilmente convenció a los poco inteligentes panistas para enfrascarse en un enfrentamiento contra el político más popular del país, sólo a alguien con IQ inferior le podría parecer que la aplicación facciosa de la ley es la vía correcta para deshacerse del Peje.

Con la inhabilitación de López Obrador, el desprestigio que reafirma el PAN y el malicioso (aunque correcto, si pensamos en su meta) proceder del PRI, seguramente las posibilidades de recuperar la presidencia se le abrirán de una manera tal que nunca lo hubieran logrado dada la tribalización caníbal en que cayeron en el año 2000. y Salinas regresará con fuerza.

Pobres títeres blanquiazules, a medio camino entre la vergüenza nacional y el humor patético.

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