Cuando escuchamos la tercera llamada en el teatro sabemos que es momento de acomodarse en el asiento y guardar silencio para que, después de un breve oscuro total, inicie la función; pero ¿que sucede cuando ese oscuro se prolonga más de lo normal? ¿cuánto tiempo es razonable antes de sentirnos incómodos?
Pasa más del que quisiéramos antes de que un fugaz destello nos de algo de calma en Comedia sin solución, obra de Germán Cueto que a pesar de haber sido escrita hace casi 80 años se mantiene fresca como propuesta teatral, innovadora aún porque pocos en nuestro país se han atrevido a experimentar con la dramaturgia de esa manera.
En la vasta capacidad creadora de Cueto es innegable la influencia que ejerció en él el movimiento futurista italiano, lo cual es apreciable tanto en sus máscaras como en la escultura y en algunas de las obras de teatro salidas de su mano. La referida Comedia (que del género sólo tiene el nombre) es un buen ejemplo de ello.
Los futuristas acuñaron el término de “Teatro sintético futurista” en un manifiesto homónimo publicado en 1915. Lo explicaban como un teatro de acciones breves, que en pocos minutos, con gestos y palabras mínimas, encerraran innumerables situaciones, sensaciones, ideas y símbolos; condenaban la representación realista, privilegiaban los escenarios desnudos y rechazaban que el público debiera saber o comprender que es lo que sucedía en la escena.
Marinetti, padre del futurismo, consideraba que el argumento era totalmente innecesario y que el leit motif de la gente de teatro debía ser la invención incesante de nuevos elementos de asombro. Los futuristas, con su idea de “introducir puñetazos en la batalla artística” probablemente buscaban acabar con la pasividad del espectador e involucrarlo de manera directa en la acción a través de una situación extrema y eso mismo, pero a nivel interno, como una implosión devastadora, genera Cueto con su obra.
Reservado como señalan que era, la trasgresión en Cueto se demostró no en su comportamiento, sino en el espíritu de sus obras, lo que en su personalidad era contenido, en su trabajo se desbordaba; eso se refleja perfectamente en Comedia sin solución, donde la intrascendencia aparente es en realidad lo que sacude al espectador, que lo confronta consigo mismo y lo lleva a vivir una experiencia memorable.
A medida que avanza la obra los personajes tratan de tender un lazo entre ellos, insostenible por endeble; buscan la manera de aparentar una normalidad ante su situación absurda e inquietante y finalmente claman desesperadamente por la luz, en tanto que el espectador confronta la experiencia de manera personal, sin la mínima posibilidad de enfrentar este hecho teatral como algo colectivo.La obra se está presentando en el Museo Federico Silva. Escultura Contemporánea como parte de las actividades complementarias a la exposición La Memoria Como Vanguardia, dedicada al maestro Germán Cueto. El montaje es de Fernando Betancourt y cuenta con las actuaciones de Gabriela Betancourt, Antonio Orta y Víctor Ortíz. Vale la pena experimentar esta Comedia sin solución, pocas veces podremos tener una experiencia similar en el teatro.
martes, 8 de noviembre de 2005
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario