Un largo domingo de noviazgo, la más reciente cinta de Jean Pierre Jeunet es, por encima de su feo título (en este caso aguanta que se lo hayan cambiado en español por Amor Eterno), la confirmación irrefutable del talento del director y puede ser la consagración definitiva de Audrey Tatou como una de las mejores actrices europeas jóvenes.
Trabajando por segunda vez en su carrera con un guión que no es de su autoría – la película se basa en la novela del mismo nombre de Sebastien Japrisot-, Jeunet crea un relato que respeta la línea narrativa del libro a pesar de incluir abiertamente su estilo para entregarnos un relato realista tocado por pinceladas de fantasía, una especie de realismo mágico que al parecer es la dimensión en que vive el director al ser una constante en su obra (favor de hacer de cuenta que Alien 4 no existe).
Más cercana a nuestra dimensión real que sus trabajos anteriores, Amor Eterno se convierte en una historia fundamentalmente amorosa donde convergen elementos distintivos del cine bélico y hasta un poco de género negro para hacernos partícipes en la odisea de Mathilde (Tatou), una joven coja que se niega aceptar que su prometido, Manech, fue muerto entre trincheras en la Primera Guerra Mundial, que en el tiempo de la película terminó hace 3 años. Con una tenacidad férrea, la pequeña Matilde sigue su búsqueda a pesar de las evidencias de la muerte de su amante, tiene una certeza mayor que le indica lo contrario, la certeza del corazón, y a las de ese tipo no hay razón humana que doblegue.
Gracias a la habilidad del director el relato no empalaga en ningún momento a pesar del tono romántico, el amor de Mathilde es conmovedor aún en momentos en que los espectadores nos compadecemos de ella al pensar que ya no hay esperanza, sin embargo, la intervención de elementos y personajes como Tina Lombardi, el cartero o el barman con la mano de madera equilibran y potencian la calidad de la narración.
Es necesario también destacar la labor del equipo que ha conformado Jeunet, mismo que da muestras de madurez y entendimiento a favor de la creación artística; desde la aparición de actores recurrentes como Dominique Pinon y Jean Claude Dreyfuss; la participación de Gillaume Laurant como co-guionista; la edición de Hervé Schneid, la fotografía de Brunno Delbonnel y un largo etcétera. Gracias a todos ellos Amor Eterno se convierte en una película indispensable de ver.
lunes, 9 de mayo de 2005
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