lunes, 13 de junio de 2005

LA XLV MUESTRA INTERNACIONAL DE CINE EN SLP

Como parte de su periplo por el país, llega este 14 de junio a San Luis Potosí la 45 edición de la Muestra Internacional de Cine, evento multiaplaudido por este escribidor, así que dejaré de lado la enumeración de las virtudes de la Muestra de Muestras para concentrarme en sus características particulares.

Amén de la programación que la conforma, llama la atención en primer instancia el nuevo cambio de sede para la Muestra, que pasa de Multicinemas Tangamanga al legendario Cine Teatro Alameda, recinto de la aún más legendaria (por aquello de que su concreción ya parece más terreno de la tradición oral que de la realidad) Cineteca de San Luis, lo cual es un acierto, arriesgado quizá, pero al fin y al cabo acierto, dadas las características sobre todo sentimentales que el Alameda guarda para los cinéfilos post treintañeros y el interés que puede generar en los más jóvenes cinéfagos, que afortunadamente no son pocos en esta desértica ciudad.

Habrá que ver como funciona el espacio para la exhibición de cine, pues si bien recientemente se ha usado para la presentación de actividades culturales en el pasado Festival de San Luis así como en bonitos actos sociales para lucimiento del progreso, queda en la memoria lo sucedido en la infausta “inauguración de la Cineteca”, cuando la proyección de la película Segundo siglo evidenció el bomberazo mal hecho para despedir a lo grande al gobernador saliente.

A partir de entonces el recinto se cerró y aunque hay quien afirma que los trabajos continúan en el interior, no se ven señas de obra y mucho menos se sabe cuando se concluirá ni quien está llevando a cabo y asesorando el proyecto. En este último punto es donde habría que poner mayor cuidado, pues uno de los errores usuales entre las dependencias de Desarrollo Urbano suele ser que los trabajos se realizan sin conocimiento de las necesidades específicas de un espacio, lo que a la larga hace que los proyectos cuesten varios millones más de lo proyectado.

Destaca así mismo la determinación de Carla Díaz y su equipo para llevar la muestra a un espacio alterno y a un precio accesible, ojalá todo les salga bien.

Con respecto a la programación, de nuevo llega mutilada, ahora con cuatro películas: Melinda y Melinda, de Woody Allen; El Perro, de Carlos Sorín; Las alas de la vida, de Lukas Moodysson y Un crímen inconfesable, de Nicole Kassel. El pretexto supongo que será el mismo: que esas películas tendrán corrida comercial posteriormente y los exhibidores no permiten que se “quemen”, aunque luego las exhiban -si es que llegan a hacerlo-, en funciones nocturnas y sólo por tres días. Ni modo, el que manda, manda.

No obstante las que si itineran conforman un platillo exquisito, desde Nuestra música, la más reciente película de Jean-Luc Godard hasta Ni muy muy, ni tan tan, simplemente Tin Tan, de Manuel Márquez, pasando por las alabadas Vera Drake, de Mike Leigh; El Pozo, de Gabriele Salvadores; El Mago, de Jaime Aparicio y Las tortugas pueden volar, de Bahman Ghobadi.
En la medida de lo posible (o sea según la flojera que me cargue) iré comentando las películas de la muestra y los invito a que hagan lo propio con sus comentarios en este espacio.

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