viernes, 24 de junio de 2005

LO QUE VI DE LA MUESTRA

El que dijo que el trabajo ennoblece seguramente fue un patrón. Digo, la frase puede tener algo de cierta, pero le falta una agregado que diga como embrutece los sentidos, sobre todo por la limitante que el horario laboral impone al desarrollo intelectual, bueh... El asunto es que tenía que quejarme porque el exceso de trabajo me impidió ver las primeras películas de la XLV Muestra de Cine (para abreviar el nombre oficial) y apenas fue hasta el sábado cuando pude asistir.

El sábado se proyectó El Mago, la muy llevada y traída ópera prima de Jaime Aparicio y la verdad es que si bien no es la última maravilla, si es una película muy agradable, con un guión sencillo que en momentos -sobre todo al final- trastabillea, pero con una dirección respetable y unas actuaciones que a pesar de incluir personajes prototipo se aleja del cliché casi en su totalidad, la fotografía también toma distancia de la moda siespobreeschamagoso que se ha explotado hasta la nausea en años recientes. Es quizá ese distanciamiento del cine mexicano ramplón que infecta las salas lo que la hace una cinta disfrutable.

El secreto de Vera Drake ya venía precedida tanto por el nombre de Mike Leigh como por los méritos propios de la película y no resultó por ello tan sorpresivo el disfrutarla. Me queda la duda si irá a ser estrenada en la cartelera comercial, a fin de cuentas seguro pegaría, como lo hacen todas aquellas películas que tocan temas polémicos, en este caso el aborto. Sería una pena que se conociera así el cine de Leigh, pero más pena aún sería no conocerlo.

Le siguió en proyección Glauber, laberinto de Brasil, un muy interesante documental de Silvio Tendler sobre de Glauber Rocha, padre del Cinema Novo y figura emblemática del cine carioca, que nos acerca a la compleja personalidad revolucionaria y ególatra del director de Antonio das Mortes. El martes llegó el infaltable bache en la muestra con Las horas del día, una causabostezos de Jaime Rosales cuyo mayor mérito... no existe; inmóvil, anticlimática, pretenciosamente minimal, mediocremente actuada, con emplazamientos rudimentarios y ya no se que más porque de plano me salí de la sala para llegar a tiempo a ver Historias en super 8, de Emir Kusturica que se estrenaba el mismo día en Canal 11, al menos ver al Yugoslavo y su banda me levantó el ánimo perdido.

El miércoles fuimos testigos de la innegable supremacía oriental con Pinceladas de Fuego, del coreano Im Kwok-Taek, veterano maestro que igual le pega a las películas de serie B que a géneros “serios” con mano maestra (y por cierto, cineasta poco socorrido por los benditos dealers piratas del Chopo y la Lagunilla). La biografía de Ohwon Jang Sung-Ub, mítico pintor de fines del siglo XIX, es llevada a la pantalla con una mezcla de delicadeza y vigor, con una fina conjunción de todos los elementos, de manera que se convierte en una maravilla, un deleite para los sentidos. Ojalá alguna distribuidora se aviente a sacarla en video aprovechando el auge de cine oriental, pues desafortunadamente parece ser que el grueso del público sigue pensando que lo único valioso de este son las cintas de terror.

El documental sobre el máximo cómico que dará este país, Ni muy muy ni tan tan, simplemente Tin Tan, de Manuel Márquez es un agasajo para la legión de fanáticos del pachuco de oro, pero desafortunadamente hasta ahí queda su mérito. Es realizado de una manera demasiado sencilla y si bien es cierto que hay que escuchar todas opiniones, como que hay varios testimoniales que salen sobrando, verbigracia Alfonso Arau, Toy y la legión de skaseros. Se dedica también a la alabanza incuestionable del maestro Germán y por ello desaprovecha realizar una exploración más a fondo sobre el personaje, sus romances, su debilidad por la mariguana, la manera en que sus “amigos” se aprovecharon de él hasta exprimirlo. Por ello el declive en la carrera de Tin Tan pareciera ser algo circunstancial en el documental. Sin embargo, insisto, es un deleite para todos aquellos que aseguimos fascinados por el enorme Pachuco Topillo Tapas.

Y hasta aquí la historia feliz, parece ser que de nueva cuenta el trabajo me ahogará para impedirme ver lo que resta de la muestra, así que con berrinche de por medio, dejo hasta aquí mi opinión sobre el principal evento cinematográfico del país.

1 comentario:

Anónimo dijo...

José Agustín (sabio desde muchacho) decía que el trabajo enhoblece... al mejor amigo del hombre.
Aspirando complementar tu sabroso comentario, déjame decirte que -al menos para mí- lo mejor de la muestra fue "Nuestra Música": obra maestra del genio Godard.
Pretenciosa, hiperintelectual, antinarrativa, cinematográfica, subrayable como si de libro se tratara: qué maravilla de película.
Si alguien la ve en video... ¡avíseme por favor! Saludos.