miércoles, 3 de julio de 2013

Monosatírico III y IV. La cultura en el plan nacional de desarrollo peñanietista





Recién se publicó el Plan Nacional de Desarrollo para el sexenio en curso y entre las cosas que me llamaron la atención del hecho se encuentra el que no me haya encontrado con reflexiones, análisis ni crítica por parte de los medios en la parte correspondiente a cultura. Bueno, a nada del plan en general, pero esta columna se refiere a cultura, así que hay que darle una ojeada a esa parte.
El apartado VI.3, México con educación de calidad es el que en su objetivo 3.3, Ampliar la cultura como un medio para la formación integral de los ciudadanos, se refiere al cómo habrá de manejarse la política cultural del Estado durante el presente sexenio. De entrada no habría manera de ponerle tacha –claro, siempre quedan ausencias en la redacción de acuerdo a quien la interprete- pero si vale la pena detenerse a pensar en la forma en que tiene que instrumentarse para que lo planteado se realice de manera efectiva y no quede en una bonita serie de buenas intenciones (como pasa regularmente con los PND).
Comento sobre las cinco estrategias centrales por razones de espacio. La primera: Situar a la cultura entre los servicios básicos brindados a la población como forma de favorecer la cohesión social, es al parecer la central dentro de las acciones a emprender por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA). Desde el primer momento tras su (re) nombramiento, Rafael Tovar y de Teresa destacó la importancia que tiene el articular las actividades culturales como una estrategia de prevención social, algo que se ha venido manejando en otras partes del mundo desde hace unos diez años y que en nuestro país ha sido desaprovechado. Será importante el que esta parte funcione de manera adecuada, ya que está pensada como una de las líneas para combatir a la incursión de los ciudadanos en la delincuencia organizada. Para lograrlo dentro de las líneas de acción específicas se plantea el impulsar a los municipios a participar en la planeación cultural, punto en el que a menos que se retorne al paternalismo proteccionista se antoja bastante difícil, en San Luis tenemos un ejemplo claro de dicha complejidad con la red de casas de cultura municipales, muchas de las cuales no operan debidamente porque los alcaldes consideran inadecuado destinar recursos a la cultura cuando su presupuesto es ya de por sí ajustado, amén de lo que malgasten.
El siguiente: Asegurar las condiciones para que la infraestructura cultural permita disponer de espacios adecuados para la difusión de la cultura en todo el país, conlleva el enfrentarse a una problemática añeja, la creación y conservación de espacios y peor aún, se plantea el reto de gestionar nuevos de carácter multifuncional con énfasis en zonas rurales y municipios con alta marginación. Esperemos que haya un sentido contrario al que ha tenido el presupuesto destinado a cultura en los años recientes, en los que la tendencia fue a decrecerlo. Y entran las preguntas: ¿Quién va a crearlos? ¿Bajo qué criterios? ¿Cómo habrán de distribuirse?
No la tiene fácil Tovar y de Teresa, habrá que ver lo que en los años fuera del presupuesto ha aprendido y la forma en que dirige a su equipo.


La tercera estrategia en materia de cultura del Plan Nacional de Desarrollo, Proteger y preservar el patrimonio cultural nacional, implica de nueva cuenta la participación de los tres niveles de gobierno en inversión de su presupuesto, por un lado se encuentra la implementación de un programa de rehabilitación de los centros históricos y en el otro el rescate de sitios arqueológicos. La tercera línea va sobre el “reconocer, valorar, promover y difundir las culturas indígenas”, pero sabemos que eso es letra obligada –y muerta- en todo texto sobre desarrollo. Lo interesante va a ser el cómo convencen a los gobiernos de los estados a participar de estas acciones, máxime si se topan con mandatarios como el nuestro, que a la menor provocación se tira a lamentar públicamente como es castigado por la federación para sustentar su inoperancia.
La siguiente es de lo más interesante: Fomentar el desarrollo cultural del país a través del apoyo a industrias culturales y vinculando la inversión en cultura con otras actividades productivas. Esto implica el incentivo para crear industrias culturales a través de los programas de Micro, pequeñas y medianas industrias, la parte que se ve factible y positiva, tanto que un correcto camino a seguir por estas acciones podría devenir en sustitutos efectivos de instituciones culturales, lo cual sería algo deseable. Otra línea es el impulsar el desarrollo de la industria cinematográfica nacional con producciones nacionales y extranjera, habría que ver si incluye el hacerle frente al verdadero obstáculo del desarrollo de nuestra cinematografía, las mafias de distribución y exhibición, con las cuales poco han podido hacer las cámaras alta y baja desde hace años. La idea de fomentar la activación de un emergente campo económico guiado y conformado por creadores de arte es buena, aunque habría que ver el trato que recibirían en lo fiscal, recordemos que este año en San Luis el Gobierno del Estado aprobó un incremento a los impuestos de honorarios profesionales, lo cual afecta en directo a los artistas, ojalá que la estrategia contemple también estos puntos.
Finalmente, la quinta estrategia, Posibilitar el acceso universal a la cultura mediante el uso de las tecnologías de la información y la comunicación y del establecimiento de una Agenda Digital de Cultura en el marco de la Estrategia Digital Nacional, tiene un nombre tan kilométrico como compleja se ve la posibilidad de su cumplimiento dado el nivel de retraso tecnológico en que se encuentra el país. Si bien es cierto que el acceso a estas ha tendido a crecer –y cuenta de ello puede dar el propio presidente, agobiado por la cruzada negativa en contra de su campaña a través de las redes sociales- también lo es que no será razonablemente posible hacer de esto algo generalizado en apenas un sexenio, es la estrategia que se ve más lejana de ser alcanzada.
Todo plan de desarrollo, bien lo sabemos, es ante todo un rosario de buenas intenciones y en algunos casos una tremenda vacilada, pregunten a su funcionario cultural más cercano acerca de este y como están trabajando en ese sentido para comprobarlo, se va a divertir, lo aseguro. Si es que no se muere antes del coraje.
 

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