domingo, 20 de octubre de 2013

Monosatírico IX: Memorias de cine al vuelo




La primera exhibición de cine en San Luis Potosí, registrada el 20 de noviembre de 1896 en casa del señor Paulino Almanza prefiguraba ya que este arte habría de sustentarse en la promoción independiente y como tal ha logrado consolidarse en las últimas dos décadas, en que la comunidad cinéfila ha crecido como una consumidora habitual del séptimo arte.
Si los datos no me traicionan, el primer cineclub de la capital potosina se estableció gracias a la Alianza Francesa en la década de los setenta y el mismo permaneció en funciones hasta mediados de los noventa, ya para entonces con una colección importante de títulos en video que a muchos nos sirvieron como primeras lecciones dentro del conocimiento de este arte.
En los años ochenta otra alternativa para tener acceso a películas de calidad eran los ciclos que organizaba Periodistas Cinematográficos de México (PECIME) en la sala del Cinema San Luis 70, de ellos recuerdo en particular uno que me marcó a los 13 años (uno se las ingeniaba para entrar a funciones de clasificación “C”), “Historias extraordinarias de terror 3ª parte”, que incluía entre otras joyas el Nosferatu de Herzog, La fosa y el péndulo de Corman y Un hombre lobo americano en Londres, de Landis.
De regreso a los noventa hay que destacar  la apertura de cineclubes en las casas de cultura de San Sebastián y San Miguelito, así como el que formó Jorge Ramírez Pardo y más tarde el de Carlos Ávalos en el Ágora, donde actualmente es la sede de la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí. En ellos se puede ubicar la semilla de lo que actualmente tenemos en materia de difusión de la cinematografía. Hubo en esa década tres momentos fundamentales más: la celebración de los 100 Años del Cine coordinada por el entonces Instituto de Cultura al mando del Doctor Eudoro Fonseca y con la participación en programación y realización de promotores como Juan José Barrios, Carlos Reyes, Carlos Ávalos, Ernesto Baltasar Sierra y Toño Meave, amén de la colaboración del entrañable Álvaro Muñoz de la Peña.
Por el mismo tiempo llega a San Luis la Muestra Internacional de la Cineteca, el mayor festín fílmico del país finalmente a nuestro alcance, que tuvo su mejor momento en su sede de los Cines del Valle, cuando propios y extraños (literalmente) en el éxtasis de encontrarnos con películas que por malas o buenas sabíamos    que era casi seguro no volveríamos a ver, nos reuníamos a intercambiar opiniones entre función y función en un ambiente cinéfilo insuperable y desafortunadamente hasta hoy no repetido.
El otro hito fue la creación del Cineclub de la UASLP de la mano de Carla Díaz, espacio que gracias a su constancia mantuvo el interés de la comunidad cinéfila para que justo al inicio de este siglo se diera el momento de pedir como ciudadanos una Cineteca para el Estado, lo que se logró con el apoyo de la federación, quien cedió en comodato el Cine Teatro Alameda, joya arquitectónica emblemática de la ciudad que tras once años de abandono pasó por un proceso de remodelación de su sala y cabina de proyección para que finalmente en junio de 2006 se concretara el nacimiento de Cineteca Alameda.

A la fecha hay varios cineclubes en funciones en la capital del estado, tanto en instituciones culturales oficiales como en escuelas, universidades y espacios alternativos de particulares, también recientemente se abrieron foros de este tipo en algunos municipios aunque no mantienen continuidad, algo lamentable dado el hecho de que salvo en la capital, Matehuala y Ciudad Valles, no se cuenta con salas comerciales de cine en los municipios del Estado. Por fortuna andan por ahí algunos promotores culturales neceando con el cine toda vez que entienden este como un fenómeno social no necesariamente limitado al esparcimiento de escape, ojalá sigan con ese ánimo. Regresamos entonces al punto de origen, la defensa y promoción de la cultura cinematográfica se encuentra en manos de quienes ven en el cine algo más que un mero espectáculo para vender muchas palomitas y en ese camino deberían seguir a fin de preservar esta parte de nuestra memoria y patrimonio, de recordar lo que somos y fuimos, que también para eso sirve el cine.

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