domingo, 20 de octubre de 2013

Monosatírico VIII: De la salud y la creación



En fechas recientes dos casos obligan a reflexionar de nueva cuenta sobre las condiciones de desventaja en las cuales se desarrolla la labor de los trabajadores culturales del país, ambas vinculadas con algo tan delicado como es la salud. Por un lado el maestro Gustavo García, respetado crítico y profesor de cine, por el otro Enrique Ballesté, dramaturgo, poeta y cantautor con un vínculo especial con San Luis Potosí, ambos graves, ambos impedidos para hacer frente a su situación médica en buena medida por la inequidad en la aplicación de la seguridad social.
En abril de 2011 la entonces senadora María Rojo propuso una iniciativa  de ley llamada “Fondo de apoyo para el acceso de artistas, creadores y gestores culturales a la seguridad social”, documento en el que pugna precisamente por aquello que en su nombre enuncia y que –al no ser considerado como algo de mediana importancia- ha sido relegado de su discusión en la Cámara de Diputados, donde el pasado 30 de abril, última día del periodo ordinario de sesiones, volvieron a posponer su revisión a septiembre en función de que en esa fecha se estaba discutiendo la Ley de Telecomunicaciones, que obviamente engloba intereses mucho más poderosos que la salud y futuro de quien se dedica a la creación.
La iniciativa, que es en sí misma plausible, guarda sin embargo algunos detalles que han generado duda en estudiosos de la cultura, sobre todo a partir de dos puntos: el hecho de que los trabajadores culturales accedieran a este servicio a través de un fideicomiso y que el mismo sea operado a través de un padrón levantado y actualizado por CONACULTA, transcribo algunas partes seleccionadas de la Exposición de motivos:
“…se ha considerado que un fideicomiso es el instrumento jurídico idóneo para convocar al Estado Mexicano y a los trabajadores culturales a realizar un esfuerzo conjunto que permita la incorporación de éstos al Seguro Social con todas las prestaciones previstas en la Ley de la materia, en especial el servicio médico y el fondo de retiro… con terrible frecuencia no cuentan con recursos para afrontar una enfermedad grave ni retirarse con dignidad cuando las circunstancias les impiden continuar con su labor como trabajadores culturales.” En particular es interesante el acceso que puede tenerse al fondo de retiro, impensable para la mayor parte de los creadores. Esta parte es sin embargo la que podría inquietar más a Hacienda, que de inmediato señalará con seguridad que no hay de dónde tomar recursos para cubrir estos emolumentos, con todo y que de acuerdo a los propios números de gobierno los trabajadores culturales generan el 7% del Producto Interno Bruto y en cambio en el presupuesto de egresos de la federación apenas le retribuye el 1%.
Continúa la iniciativa: “El fideicomiso, constituido inicialmente con recursos presupuestales y alimentado con aportaciones de los propios trabajadores culturales y otras aportaciones públicas o privadas… y su objeto es otorgar un apoyo a artistas, creadores y gestores culturales para su incorporación voluntaria al régimen obligatorio del Seguro Social… la ejecución de sus fines se apoyaría en el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), órgano desconcentrado que a su vez tendría la responsabilidad de constituir, operar y mantener actualizado el Registro Nacional de Artistas, Creadores y Gestores Culturales, instrumento fundamental para el otorgamiento del apoyo y cuya existencia es acorde con las labores que CONACULTA viene realizando a través del Sistema de Información Cultural y los diferentes programas y fondos de apoyo a la creación artística…”. Seguro una reglamentación posterior señalaría los mecanismos pero en tanto queda la duda sobre como mantendrá la actualización del registro CONACULTA y sobre qué bases se decidirá quién puede ser considerado artista, creador o gestor cultural para tener acceso al fideicomiso.
Perfectible como puede ser cualquier iniciativa, es importante revisar ésta y buscar la manera de que el acceso a un derecho fundamental como es la salud, y los beneficios adicionales, quede garantizado para quien dedica su vida a la creación –independientemente de la alta voluntaria que permite el IMSS- y que esto a su vez de pie a un involucramiento más cercano por parte de los trabajadores culturales para que su actividad y forma de vida sea debidamente cubierta por las leyes. El tema da para mucho, espero acceder a comentarios de la comunidad potosina para ampliar el tema en el futuro cercano.

Posdata: Para apoyar al maestro Ballesté vía depósito bancario se puede hacer a la cuenta Banamex n. 8720877 no. de surcusal 541 clabe 002180054187208770 a nombre de Andrea Martínez Ballesté.

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